CONSENTIMIENTO, de Nina Raine … «Donde se deja desnuda la verdad para que cada cual la vista según su conciencia, su ética o su conveniencia. UNA OBRA NECESARIA PARA REFLEXIONAR»… Teatro Maipo

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Consentimiento de Nina Raine

Teatro Maipo

Dirección: Carla Calabrese – Mela Lenoir

Elenco:
Diego Gentile – Mela Lenoir – Iride Mockert – Daniela Pantano
Bruno Pedicone – Alejandra Perlusky – Sebastián Suñé

Equipo técnico / creativo
Diseño de iluminación Mela Lenoir
Asistencia de dirección y swing: Marina Lamarca
Operación y programación de luces: Ignacio Velino
Diseño de escenografía y vestuario: Mela Lenoir
Asistencia de vestuario: Mari Torres – Sonido: Guillermo Perulan
Diseño gráfico: Clara Ezcurra – Contenido digital: Naty Martins
Prensa: Alejandro Veroutis Dirección de producción: Sergio Albertoni
La obra es para mayores de 16 años

¿Se viola una ley? ¿Es violada una mujer cada vez que consiente en hacer sexo con su pareja ignorando que le está siendo infiel? Son las reflexiones a las que nos invita esta historia que ahora llega a Buenos Aires bajo la dirección de Carla Calabrese y Mela Lenoir.

Una confianza violada… Las palabras no son de fiar… La memoria falla. La justicia decide… Así se presenta “Consentimiento”, la obra escrita por la dramaturga británica Nina Raine (hija del poeta Craig Raine y sobrina nieta del ruso Boris Pasternak, autor de la popular obra Doctor Zhivago). Se estrenó en la primavera de 2017 en el teatro Nacional de Londres, y la versión argentina cuenta con la adaptación al castellano de Mela Lenoir.

Diego Gentile, Mela Lenoir, Iride Mockert, Daniela Pantano, Bruno Pedicone, Alejandra Perlusky y Sebastián Suñé

‘Consentimiento’ es un careo entre una mujer que alega haber sido violada, una abogada, una actriz, una editora y tres abogados. El argumento reposa sobre una interesante reflexión aristotélica: «Hacer justicia es buscar los argumentos a favor de tu adversario como los buscarías en tu propio favor»…

Son siete personajes movidos por el amor y el engaño, en una trama en la que cada uno juzga al resto, sin que nadie tenga la versión completa de lo que sucede, y en la que todos resultan implicados. Una historia en la que se mezcla el humor con la pasión que lleva a enfrentamientos violentos entre los propios personajes.

Una mujer ingresa a la escena, una simple mujer cargando el dolor de haber sido abusada, una mujer con el dolor a flor de piel. Su aparición silenciosa abre y cierra una función donde varias parejas se despellejan y aman, se emborrachan, se desean, se complacen y detestan para volverse a amar. Sería una mera exposición de clásicos conflictos de parejas si no fuera que entre esos personajes hay abogados con un alto grado de poder y cinismo para resolver sobre leyes machistas en torno a la tragedia de la mujer del inicio. En definitiva, un desgarrador testimonio que se lleva a cabo con un equipo de intérpretes ideales que navegan con impactante soltura por el melodrama desbocado y el humor desenfadado, a partir de un argumento decisivo: una mujer con escasos recursos denuncia que fue violada la noche del funeral de su hermana pequeña. El acusado asegura que fue una relación consentida. Lo que para la víctima es desesperante, legal y moralmente resulta mucho más turbio, sinuoso. Un caso con aspectos confusos, acaba siendo más oscurecido por las coordenadas legales, ya que el abogado defensor está muy dispuesto a triunfar caiga quien caiga. Lo que ignora es que el daño del que es capaz se volverá en su contra…

Raine en su dramaturgia nos ofrece una mirada despojada de ornamentos de amplia intensidad lo cual muestra arte de teatralizar los conflictos de la ley en una sociedad clasista dirigida por hombres.

Carla Calabrese y Mela Lenoir consolidan su creatividad como directoras tomando al vuelo esta intención y asentando a sus personajes en un gran escenario despojado solamente remarcando cada escena con algún elemento de mobiliario lo cual plantea puro teatro de la palabra y de acción (el mobiliario recreado, es también un despojo pues está realizado en cartón corrugado y posee ese simbolismo de descartable – diseño de la escenografía y del vestuario; Mela Lenoir)

Entre el texto y la dirección se conforma una puesta en escena muy dinámica con un impactante despliegue de imaginación a cara descubierta, logrando que sus —de por sí— espléndidos intérpretes lleguen a cotas de alta creatividad… Siete seres humanos incoherentes, pero que se buscan y se aman irremediablemente, con el público ejerciendo de Juez y Parte, irremediablemente involucrado sin moverse de su butaca. Como punto de partida: una violación y el cínico mundo jurídico descomponiéndose entre feroces contradicciones.

En ese terreno, da gusto ver trabajar a un reparto formado por actores y actrices con un amplio currículum a sus espaldas entre cine, teatro y televisión. Son conocidos, a buen seguro, por el gran público: Diego Gentile (Alex),Mela Lenoir (Cata), Iride Mockert (Hilda/Laura),  Daniela Pantano (Sara),  Bruno Pedicone (Eduardo), Alejandra Perlusky (Romi), y Sebastián Suñé (Luis). Todos son intérpretes más que solventes y componen personajes poliédricos e interesantes, con sus vaivenes emocionales y sus cambios de posicionamiento.

Lo importante es lo que la función deja: una acertada y dolorosa disección del desamor en la pareja, una pregunta acuciante -vistos los casos notorios que salen a la luz a diario casi, y los que no lo hacen- sobre los límites del consentimiento en el sexo, y un dedo acusador sobre el sistema legal, que a menudo parece tutelar más al criminal que a la víctima.

Desde la piel de un espectador ajeno al sistema legal, sus profesionales aparecen deshumanizados. La autora los confronta con sus actos, encarnados en una mujer que ha sido recurrentemente arrollada por la letra pequeña y sus lagunas. La falta de pruebas, los vericuetos legales, los procedimientos… Lo tremendo es reconocer que hacen falta, nos guste o no, para que, como explica uno de los protagonistas, un inocente no acabe en la cárcel.

Qué complicado dilema el de lograr el sistema perfecto. Ninguna nación en ningún momento de la historia lo ha conseguido. Pero es interesante que la obra lo plantee, ideas peregrinas sobre el posible carácter criminal de la infidelidad al margen.

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