CONCIERTO: «ARA MALIKIAN» un genio del violín que es un bálsamo de felicidad…

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Ara Malikian (Beirut 1968)8 vive inmerso en una permanente aventura. En su primera presentación en Argentina, el genial violinista, presentó su trabajo llamado “La aventura del Violín”.

Malikian juega con la fantasía y la realidad a la hora de construir el guion de sus espectáculos, convierte su instrumento en protagonista de un viaje que empieza cuando, a los 3 años, el músico recibió de su padre el violín con el que su abuelo logró huir del genocidio armenio en Turquía en 1915 y que le ha acompañado toda su carrera. Arropado por una banda de cómplices solistas de cuerda y percusión, Malikian tira de ese hilo narrativo para armar un efectista show. Su virtuosismo y su demoledor despliegue energético están al servicio de la comicidad del espectáculo y el público acaba sucumbiendo a su magnetismo.

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No faltaron a la cita sus versiones de Bach -magnífica su recreación de la célebre “Aria”-, del ‘Verano’ de Vivaldi o “La campanella” de Paganini (pidiendo «comprensión» para la «difícil» aportación del percusionista), ni las de músicos de pop y de rock que él considera tan de culto como Mozart y Chopin: es el caso de Led Zeppelin y su “Kashmir” o de David Bowie y su mítico “Life on Mars”.

Ecléctico, avasallante, muestra la personalidad de MALIKIAN la cual luce más que nunca. Su música entremezcla su pasado armenio con música del oriente l, lo cual brilla en los temas como el de homenaje a su abuelo; su intensidad lírica subió en “El vals de Kairo”, dedicado a su hijo. La celtica “Danza del percebe”, aludiendo a la “movilidad “ de este crustáceo y el “Réquiem para un loco’”, dedicado a su violín, «que resucitó tras suicidarse al caer de una mesa», fueron algunos de los momentos de mayor hilaridad de la velada junto a otras perlas como la denominación de ‘Ravioli’ a su instrumento cuando le preguntaron por su procedencia. «¿Al pesto?», inquirió un colega. «No, al presto», respondió el siempre ocurrente Malikian.

Sin duda las palabras no son suficientes y nunca lo serán para definir lo que Ara Malikian consigue crear con su violín, la energía que expulsa y el arte que nace de sus manos es sin duda un don de los dioses.

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