Un papel importante en el desarrollo de Elsa como diseñadora lo desempeñó el conocido modisto de París, Paul Poiret. Elsa (Skiap, apodo que se le dio a la célebre diseñadora) admiraba sus colecciones orientales, por lo que se hicieron amigos. Inspirándose en su ejemplo, Skiap comenzó dibujando bocetos de vestidos y llamó a las puertas de varios talleres en busca de cualquier trabajo. Por desgracia, la rechazaron en todas partes y respondieron que «sería mejor para ella cultivar papas que tratar de hacer vestidos».
Al final, sin contar con ningún éxito comercial, Skiap le pidió a una amiga emigrante armenia que tejiera un suéter de punto con un patrón en forma de lazo blanco según su boceto. Unas semanas más tarde, recibió un pedido de 20 de los mismos suéteres, luego una fila de clientes privados hizo fila para ella, y pronto el Hotel Ritz se llenó de amantes de la moda de todo el mundo con suéteres en blanco y negro. Entonces, habiendo captado el espíritu de los tiempos, en 1927 Elsa Schiaparelli fundó su propia casa de moda.
