CARMINA BURANA, una Travesía Emocional con Voces del Alma, coreografía de Mauricio Wainrot – Teatro Colón

0
2136

Coreografía, libreto y puesta en escena: Mauricio Wainrot

Dirección Musical: Carlos Calleja 

Escenografía y Vestuario: Carlos Gallardo

Iluminación: Eli Sirlin

Ballet Estable del Teatro Colón, Dirección: Mario Galizzi

Coro Estable del Teatro Colón, Dirección: Miguel Martínez

Coro de Niños del Teatro Colón, Dirección: Cesar Bustamante

Soprano: Laura Rizzo

Contratenor: Fernando Ursino

Barítono: Cristian Maldonado

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires

Producción
Auditorio Nacional del SODRE (Uruguay)

En este mundo siempre desgarrado por la guerra, la puesta en escena de un poema de amor con tintes épicos se erige como un desafío. La modernidad de la producción no solo descubre sino que amplifica la impresión de que voces milenarias nos alcanzan, enviando un mensaje de humanismo que impulsa al espectador moderno a repudiar la retórica belicista que se convierte en violencia palpable.

Carl Orff, un compositor distinguido por su aporte a la pedagogía y al teatro musical, compuso la cantata secular “Carmina Burana” entre 1935 y 1936. Para ello, seleccionó una serie de cantos latinos medievales, posiblemente del siglo XIII, escritos por un clérigo alemán y conservados en el monasterio benedictino de Beuren, que dieron nombre a la obra. La versión de Mauricio Wainrot se caracteriza por su libertad y creatividad, alejándose de los textos originales para crear una pieza independiente.

Foto gentilezza: Luis Faldutti

La coreografía, inicialmente creada para el Royal Ballet of Flanders y más tarde adaptada por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín y el Ballet del Sodre, refleja la intención de Orff de concebir una música destinada a la danza, sin establecer coreografías específicas, brindando así libertad a los intérpretes para adaptarla a su visión y contexto. Al componer “Carmina Burana”, Orff no solo halló su estilo único sino que también revolucionó su trayectoria artística.

Wainrot asumió el desafío de coreografiar esta compleja composición musical, que se distingue por su base simple y su rica textura sonora, construida sobre ritmos vigorosos. La obra refleja el carácter cíclico de la existencia, tanto en su texto como en su estructura, y se presenta en cinco actos en el Teatro Colón: Fortuna, Primo Vere, In Taberna, Cour d’Amours y Fortuna. La coreografía se integra con la música y el alma del poema, fruto de una estrecha colaboración entre el coreógrafo, los bailarines, el diseñador de escenografía y vestuario.

Foto gentileza: Luis Faldutti

La interpretación del cuerpo de baile del Teatro Colón proporciona la expresividad requerida, alcanzando una armonía entre la destreza física, el movimiento y la comunicación de un mensaje estético. La obra, que comienza y finaliza con el mismo poema, brinda al espectador una experiencia estética transformadora, enriqueciendo su percepción con una pieza que destila humanidad.

El Maestro Carlos Calleja regresó al podio con una actuación merecedora de aplausos. Dirigió la orquesta desde el foso, a los solistas desde los extremos de los palcos avant scene y al coro desde las alturas. La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires demostró su habilidad, con matices de calidad, precisión rítmica y sensibilidad.Los solistas se destacaron por su rendimiento; el contratenor Fernando Ursino brilló por su introspección en canto. El volver a escuchar a la soprano Laura Rizzo en nuestro primer Coliseo es regresar a épocas doradas para los cantantes argentinos; una voz a la que el tiempo no le ha jugado en contra, una voz que continúa con el brillo y la ligereza que la transforma de un ruiseñor a una notable que debe ser tomada como ejemplo vocal. Ella demostró su maestría al interpretar «Amor volat undique» al comienzo de «Cour d’amours» y su final en «Dulcissime», con un timbre cristalino que se eleva desde lo más profundo hasta los agudos, verdaderamente nos transporta a otros tiempos. Cristhian Maldonado, en su rol de barítono, mostró un excelente dominio de los graves, así como de los agudos y falsetes que exige la obra. Si se añade su excelente dicción, que otorgó gran transparencia a su fraseo, y la desbordante carga emotiva que transmitió, Carmina Burana parece hecha a su medida.

Foto gentileza: Luis Faldutti

La producción se realzó con la iluminación de Eli Serlin y con el vestuario y escenografía del inolvidable Carlos Gallardo, artista plástico y diseñador que colaboró estrechamente con Mauricio Wainrot. Gallardo, quien nos dejó en 2008, fue condecorado con el Premio Benois de la Danse en Moscú por su labor en “La Tempestad” de Wainrot, y en 2012 fue distinguido con el Diploma al mérito por el Premio Konex. El emblemático vestuario de Gallardo para esta coreografía muestra a los intérpretes cambiando de atuendo en cada acto, destacando las faldas distintivas de la producción de Wainrot, presentadas en tonos rojizos para las bailarinas y en azules, violetas y verdes para los bailarines, las cuales marcan el comienzo y el fin de la representación.

Una obra que la dupla Wainrott / Orff emite un grito de esperanza en medio de un mundo conflictivo, una confrontación entre el amor y el dolor, un sendero donde cada espectador se encuentra en busca de su destino.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí