Banda Sinfónica Municipal de Mar del Plata. Dtor. Mtro. José Maria Ulla. Invitados: María Deanes (cantante), La Maca (Alejandra Fernandez – bailaora), Mtro. Gonzalo Antuña (guitarra clásica) – Teatro Municipal Colón. Nuestra calificación: muy bueno
Anoche, el Teatro Municipal Colón de Mar del Plata fue testigo de un espectáculo que supo combinar con audacia y maestría lo popular y lo académico, bajo la dirección del maestro José María Ulla y la destacada participación de la Banda Sinfónica Municipal. El concierto, que comenzó con un tono introspectivo y culminó con un cierre vibrante, fue un viaje musical que transitó entre la copla, el flamenco, la guitarra clásica y el tango, demostrando la versatilidad y la jerarquía de los artistas involucrados.
El programa arrancó con la Banda Sinfónica Municipal interpretando Oblivión de Astor Piazzolla, una pieza que desde sus primeras notas sumergió al público en un clima de profunda emotividad. El saxo tenor de Juan Dorso fue el protagonista indiscutible de este momento, con un brillo introspectivo que capturó la esencia melancólica y poética de la obra. Fue un comienzo impecable, que preparó el terreno para lo que vendría a continuación.
El ritmo cambió con la Introducción y Danza Ritual del Fuego de Manuel de Falla, perteneciente a El Amor Brujo. Aquí, la bailaora La Maca irrumpió en escena con una pasión arrebatadora, llevando al público a un estado de éxtasis con su zapateo enérgico y lleno de carácter. La interpretación de la banda, bajo la dirección del maestro Ulla, fue precisa y llena de matices, creando un marco sonoro perfecto para el despliegue de La Maca. Fue un momento que dejó claro cómo la música y la danza pueden fusionarse para crear una experiencia visceral.
Luego llegó el turno de la cantante marplatense Mariana Deanes, quien rindió homenaje a la icónica Lola Flores, «La Faraona», interpretando La Zarzamora. Deanes demostró un profundo respeto por la tradición de la copla, entregando una versión correcta y emotiva, aunque quizás sin alcanzar la intensidad desgarradora que caracterizaba a Flores. Sin embargo, su conexión con el público fue evidente, y su interpretación sirvió como un puente entre lo popular y lo académico.
El Concierto de Aranjuez: Un momento de sublime conexión entre lo académico y lo emocional
El centro del programa estuvo reservado para el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, en una adaptación para banda sinfónica realizada por Marcos Trini Fernández. Este fue, sin duda, el corazón del espectáculo y el momento que elevó el concierto a una dimensión superior. Interpretado por el maestro Gonzalo Antuña junto a la Banda Sinfónica Municipal bajo la dirección del maestro Ulla, esta obra es un desafío técnico y emocional tanto para el solista como para la formación. La adaptación mantuvo la esencia de la partitura original, pero añadió un color y una textura únicos que permitieron a la banda brillar con luz propia.
Desde el primer movimiento, Allegro con spirito, Antuña demostró un dominio absoluto de su instrumento. Su técnica impecable se combinó con una sensibilidad interpretativa que logró transmitir la alegría y el vigor que caracterizan esta sección. Los diálogos entre la guitarra y la banda fueron fluidos y llenos de vida, con un equilibrio perfecto entre la delicadeza de las cuerdas y la riqueza tímbrica de los vientos y percusiones. El maestro Ulla supo guiar a la banda con precisión, destacando los matices de la partitura sin opacar al solista.
El segundo movimiento, Adagio, es quizás el más conocido y emotivo del concierto, y aquí Antuña alcanzó su punto más alto. Con una ejecución llena de profundidad y poesía, el joven concertista logró transmitir la melancolía y la nostalgia que impregnan esta sección. Cada nota, cada silencio, fue cuidadosamente trabajado, creando un clima de introspección que envolvió a la sala. El solo de guitarra, con sus famosas escalas y arpegios, fue ejecutado con una pureza y una expresividad que arrancaron suspiros del público. La banda, por su parte, acompañó con amplia delicadez, destacándose especialmente en los pasajes donde los vientos y las maderas dialogan con la guitarra. Fue un momento de conexión emocional que dejó a más de uno con la piel de gallina.
El tercer movimiento, Allegro gentile, devolvió al público a un estado de energía y vitalidad. Antuña demostró aquí su virtuosismo con pasajes rápidos y llenos de brillo, mientras la banda respondía con un ritmo contagioso y lleno de color. La complicidad entre el solista y la formación fue evidente, culminando en un final que arrancó una ovación cerrada y prolongada del público.
El Concierto de Aranjuez no solo fue un momento de lucimiento para Gonzalo Antuña, sino también una demostración de la capacidad de la Banda Sinfónica Municipal para adaptarse a las demandas de una obra tan compleja y exigente. La dirección del maestro Ulla fue clave en este sentido, logrando un equilibrio perfecto entre la guitarra y la banda, y resaltando los matices de la partitura sin perder nunca la esencia de la formación.
Tras este clímax académico, el concierto regresó a la copla con Mariana Deanes interpretando Ay, pena, penita, pena, otro clásico de Lola Flores. Deanes volvió a conectar con el público, demostrando su versatilidad y su capacidad para transmitir la emotividad de este género.
El cierre del espectáculo fue tan atrevido como el resto del programa. La Banda Sinfónica Municipal interpretó Camino Real de Alfred Reed, una obra llena de energía y virtuosismo, que permitió a los músicos demostrar su destreza y cohesión como conjunto. Finalmente, el concierto culminó con Libertango de Astor Piazzolla, un homenaje al icónico compositor marplatense que arrancó aplausos y ovaciones del público. Fue un broche de oro perfecto para una noche que celebró la diversidad musical y la excelencia interpretativa.
En resumen, este «atrevido concierto» fue una muestra de que la música, en todas sus formas, puede convivir y enriquecerse mutuamente. La Banda Sinfónica Municipal, junto a sus invitados, logró un equilibrio difícil pero necesario, ofreciendo un espectáculo que combinó la pasión de lo popular con la profundidad de lo académico. Una noche que, sin duda, quedará en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de presenciarla.