martes, 18 de noviembre de 2025
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Vanya: el «encuentro ideal» Brunetti, Chejov – Stephens y Barney Finn

LECTURA RECOMENDADA

  • Vanya, dramaturgia: Simon Stephens , basado en el Tio Vania de Anton Chejov. Director: Oscar Barny Finn. Protagonista: Paulo Brunetti. Traducción: Marcelo Zapata. Diseño de escenografía: Tomas Heck. Diseño de iluminación: Claudio Del Bianco. Producción general: Paulo Brunetti – Oscar Barney Finn – Tomas Heck
  • Sala: B.A.C. (British Arts Centre, Suipacha 1333 – CABA). Funciones: viernes y sábados 20 hs. Calificación: excelente

Hay espectáculos que se construyen desde la palabra, otros desde la estética, y otros —muy pocos— desde el riesgo. Vanya, el nuevo trabajo de Óscar Barney Finn con Paulo Brunetti como intérprete único, pertenece a ese territorio donde el teatro se vuelve apuesta y vértigo. Tomar Tío Vania de Antón Chéjov, atravesarlo por una adaptación contemporánea y condensarlo en un solo cuerpo, una sola voz y una única presencia escénica es, sin duda, una convocatoria al límite.

Porque aquí no sólo está Chéjov con su universo de deseos frustrados, ironías crueles, amores imposibles y tiempos detenidos, sino que Barney Finn se apoya específicamente en la reescritura inglesa de Simon Stephens, una versión concebida para ser interpretada por un solo actor. De esa combinación surge una forma teatral híbrida: profundamente fiel al espíritu del original, pero con una mirada moderna y directa que renuncia al decorado costumbrista para abrazar la intimidad extrema.

Stephens propone una pieza cómica y trágica a la vez, donde la exploración de la humanidad compartida —nuestros sueños, esperanzas, arrepentimientos y zonas oscuras— adquiere un relieve particular. Barney Finn toma ese material inglés y lo depura con un rigor casi quirúrgico, afinando ritmos, tensiones y silencios para revelar el corazón emocional de Chéjov. Con su refinamiento estético y su puntillismo característico, no se limita a montar la versión de Stephens: la transforma en un dispositivo de intimidad extrema.

En ese proceso, su dirección actoral sobre Paulo Brunetti es decisiva. Barney Finn lo guía hacia un territorio donde la técnica no desplaza la emoción, sino que la contiene y la potencia. Bajo su mirada, Brunetti encuentra una forma de interpretar desde adentro, un trabajo de introspección que brilla de manera notoria, dejando ver capas de vulnerabilidad, ironía, cansancio y deseo sin recurrir a exageraciones ni subrayados. Cada transición entre personajes nace desde un núcleo emocional más que desde un truco escénico, y esa cualidad es fruto del diálogo minucioso entre director y actor.

La puesta —sobria, casi ascética— funciona como un laboratorio emocional, donde cada gesto adquiere sentido y donde el vínculo entre actor y público se vuelve indispensable. Así, la escena deja de ser un espacio de representación para convertirse en un ámbito de revelación: un lugar donde mirar de frente la psique humana es inevitable y profundamente conmovedor.

En ese marco, la escenografía de Tomás Heck dialoga con la idea de despojo que guía toda la propuesta. Heck construye un espacio mínimo, funcional, sin estorbos, que permite al actor transformarlo desde la actuación antes que desde los objetos. La desnudez del espacio no sólo potencia el trabajo de Brunetti, sino que vuelve a la puesta un acto casi artesanal, donde una silla, una mesa o una sombra adquieren el peso justo.

A ese diseño se suma la iluminación de Claudio del Bianco, precisa, sobria, profundamente narrativa. Del Bianco utiliza el claroscuro como un lenguaje emocional: pasajes de luz cálida para la ternura, zonas sombrías para el hastío, recortes mínimos para concentrar la mirada. Sin transiciones ruidosas ni efectos superfluos, la luz acompaña el viaje interno del actor, marcando pulsos, respiraciones y tensiones dramáticas.

En ese territorio depurado, Paulo Brunetti se convierte en el motor absoluto del espectáculo. No sólo se multiplica: se desdobla, se fractura y se recomponer con una naturalidad que asombra. Encarna a Vanya, a Sonia, a Helena, al doctor Michael, al profesor Alexander…, y cada figura emerge con una precisión quirúrgica. Brunetti modela voces, ritmos, respiraciones y gestos con la delicadeza de un miniaturista: una inclinación del torso basta para revelar un carácter; una mirada desviada modifica por completo la temperatura emocional de la escena.

No hay artificio ni truco visible, sino una partitura física y emocional construida desde el detalle, donde cada transición es un acto de composición y no un mero cambio de registro. El trabajo actoral es de un virtuosismo rotundo, pero nunca se queda en el brillo técnico: Brunetti no sólo imita, piensa, siente, respira a cada personaje. Su interpretación es una entrega total, tan sensible como inteligente, capaz de mantener vivo —en un solo cuerpo— el universo entero de Chéjov.

Como en la célebre Vanya en la calle 42 de Louis Malle, el tiempo y el espacio pierden importancia frente a la humanidad cruda de los personajes. Aquí lo central es el caleidoscopio emocional que Stephens propone: un viaje que alterna humor, melancolía, fatiga existencial, deseo reprimido y dolor. La obra no busca reemplazar a Chéjov: lo amplifica, lo traslada, lo reescribe desde la cercanía.

Es cierto que el vértigo del formato —con cambios de personaje veloces y precisos— por momentos atenúa la densidad emocional que demanda el original. Pero más que una falla, es una característica intrínseca del dispositivo de actor único: cuanto mayor es la destreza, más se corre el riesgo de que el impacto emocional se reparta en múltiples direcciones.

El resultado es un espectáculo inteligente, refinado y profundamente humano. Vanya se siente como la suma justa de tres miradas: la melancolía eterna de Chéjov, la modernidad incisiva de Stephens y la dirección precisa de Barney Finn. Sobre ellas, la labor de Brunetti aparece como un puente vibrante entre mundos.

Una experiencia que interpela sin grandilocuencias, que conmueve desde la cercanía y que reafirma que, incluso con un solo actor en escena, el teatro puede contener multitudes.

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