Ópera en tres secuencias (1998) de Peter Eötvös, libreto de Claus H. Henneberg y Peter Eötvös basado en la obra Tres hermanas de Anton Chéjov en una nueva puesta en escena. Maxime Pascal, Dirección Musical. Orquesta Klangforum Wien
Elenco: Dennis Orellana, Cameron Shahbazi, Aryeh Nussbaum Cohen, Kangmin Justin Kim, Mikołaj Trąbka, Ivan Ludlow, Jacques Imbrailo, Andrey Valentiy, Alexander Teliga, Anthony Robin Schneider, Jörg Schneider, Seiyoung Kim, Kristofer Lundin Sala: Felsenreitschule. Función: 8 de Junio, 18 hs. Nuestra calificacion: buena
I. El crítico tradicional
La producción de Tres hermanas de Péter Eötvös, presentada en la Felsenreitschule durante el Festival de Salzburgo 2025, constituye un ejercicio escénico y musical de alto refinamiento conceptual. Estrenada en 1998 y basada en la pieza homónima de Antón Chéjov, la obra se estructura en tres secuencias no lineales que privilegian la exploración psicológica por sobre el relato dramático convencional.
Bajo la dirección musical de Maxime Pascal, la Klangforum Wien ofrece una interpretación precisa y minuciosa de la partitura, cuya riqueza tímbrica y silencios estructurales dialogan con el espíritu chejoviano. El uso del idioma ruso, con subtítulos en alemán e inglés, refuerza su autenticidad pero puede actuar como filtro para parte del público.
La puesta en escena de Evgeny Titov opta por un minimalismo simbólico que aprovecha la monumentalidad pétrea de la Felsenreitschule, sugiriendo un espacio detenido en el tiempo. Los elementos escenográficos, escasos pero significativos, aluden al desgaste y la inmovilidad de la vida rural.
La elección de contratenores para los roles femeninos —Dennis Orellana (Irina), Cameron Shahbazi (Masha) y Kangmin Justin Kim (Natasha)— aporta un matiz de extrañamiento y ambigüedad. Orellana debuta en ruso con lirismo controlado, Shahbazi ofrece hondura introspectiva y Kim brilla en su construcción actoral. No obstante, la complejidad de la escritura vocal, con saltos amplios y tensión en los agudos, deja entrever momentos de esfuerzo.

Foto gentileza © SF/Monika Rittershaus
II. El Dr. Merengue
“Confieso que mi otro yo despertó —o mejor dicho, emergió— tras un prolongado bostezo, de esos que uno reprime para no desentonar en la fila central de la Felsenreitschule. Queridísimos… qué delicia para los amantes del tedio elevado a arte. Tres horas viendo cómo el tiempo en Rusia no solo pasa lento: se detiene, se estanca y te mira con aire de reproche.
Los contratenores parecían figuras de museo: perfectos, frágiles… y tan quietos que, si alguno pestañeaba, yo lo consideraba una subtrama. Las repeticiones de escenas ‘desde otros ángulos’ son un hallazgo: igual que ver la misma nube moverse imperceptiblemente y pretender que es otro día.
Cuando llegó la ovación de pie, pensé: “¡Bravo! hemos sobrevivido”. Yo también aplaudí, claro… pero más como quien celebra el fin de un vuelo turbulento que por el placer del viaje. Y ahí comprendí: en Salzburgo, a veces el aplauso es un protocolo social, no un veredicto estético.”
III. Conclusión de ambos
La Tres hermanas de Eötvös en Salzburgo 2025 es impecable en lo técnico, coherente en lo conceptual y valiente en lo artístico. Sin embargo, su ritmo contemplativo y su puesta estática marcan una distancia entre la excelencia formal y la emoción viva. El público la celebró con fervor, pero —y aquí coinciden crítico y Dr. Merengue— esta vez cuesta mucho subirse a esa ola de entusiasmo sin recordar el bostezo que la precedió.