LA TEMPESTAD
DE: WILLIAM SHAKESPEARE
TRADUCCIÓN: Marcelo Cohen, Graciela Speranza.
DIRECCIÓN PENNY CHERMS.
SALA CASACUBIERTA
TEATRO SAN MARTÍN
TEMPORADA 2018
ELENCO (por orden de aparición)
Miranda: Alexia Moyano.
Próspero, Duque de Milán: Osqui Guzmán.
Ariel: Malena Solda.
Calibán/Antonio: Gustavo Pardi.
Fernando/Sebastián: Martín Slipak.
Alonso /Stefano: Marcelo Xicarts.
Trínculo/Gonzalo: Iván Mochner.
“Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir.”
Próspero
El jueves 18 de mayo pudimos presenciar un grato acontecimiento para los amantes del teatro. La presentación en una adaptación de casi 2 horas de una de las obras tardías de William Shakespeare.
La tempestad se estrenó el 1 de noviembre de 1611 y mezcla la fantasía y la magia (cosas tabúes en el reinado de Jacobo I, Rey de Inglaterra) con la más alta de las cualidades cristianas, el perdón. A pesar de los años mantiene la vigencia de temas como el destino (las vueltas de la vida, diríamos en el barrio), la familia, el poder y sus luchas, la búsqueda de la libertad y a qué precio.
Pero más allá de los análisis históricos, el espectador de esta época en la que estamos tan conectados cibernéticamente, hace un parate de la vida agitada y presencia una obra llena de monólogos, reflexiones y situaciones que pendulan entre la tragedia y la comedia. Hay que estar atento, conectado a lo que pasa en escena. Todo un desafío para los celulares insistentes.
Y toda una satisfacción.
La experimentada directora, Penny Cherms, realiza un puntilloso trabajo actoral. Además de la ardua memorización de los textos percibimos un exigente trabajo físico, con elementos y con el escenario y un atinado trabajo vocal, la mayoría del tiempo están sin amplificación.
El escenario es pues una mezcla “futurista” de geometrías en relieve que complicaba los desplazamientos en escena. Pero que ayudó a unificar los actos para que, sin cortes, ver la obra completa en 120 minutos.
El vestuario a cargo de Mini Zuccheri fue de época. Con detalles interesantes en los géneros y la zapatería, cómoda pero bella.
Osqui Guzmán se luce en escena, pesa su experiencia en distintos campos de la actuación. Realiza un gran trabajo con los elementos, su báculo por ejemplo. Al comienzo me costó entender el sentido del texto que recitaba pero a medida que pasaba la obra se fue relajando; al empezar a pasarla bien y disfrutar las escenas la acción empezó a fluir. Cómo digo, esta es una obra muy difícil para actores que no son del estilo y más de nuestras latitudes. No deja de ser una forma de pensar y expresarse totalmente distinta a la nuestra.
Ariel fue Malena Solda, este personaje es las manos en acción de Próspero, pero no quiere a Próspero. Quiere su libertad y Malena Solda lo expresa a la perfección. Se mueve con agilidad en el escenario, además de cantar y tocar la flauta.
Calibán/Antonio es Gustavo Pardi. Comenzó un poco exagerado en el tono de voz y las expresiones pero también fue encontrando su tono en las declamaciones sin gastar tanta energía en cada palabra. Además de la dificultad del doble personaje realizó una buena performance de arquetipos shakespirianos.
El resto de los actores cumplieron sus roles sumando al conjunto. Iván Moscher (de magnífica voz, corría por toda la sala) Marcelo Xicarts sumaron simpatía y dieron la nota de color necesaria para ayudar al transcurrir de la obra.
Con música en vivo a cargo de Belén Echeveste en violoncello y percusión, música original de Rony Keselman y la suma de un buen juego de iluminación es pues esta oportunidad de ver La Tempestad en Buenos Aires única.
Altamente recomendada para fanáticos del teatro, amantes de la literatura y todo aquel que quiera dejar este mundo caído para ir hacia la isla de la fantasía (guiño).
Laura Ferrarini
PS: Calibán tal vez 200 años después sea un Monóstatos en Flauta Mágica, a mi siempre se me parecen de alguna forma.