miércoles, 8 de octubre de 2025
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Quieto:  explora los límites de la paciencia filial – Teatro Bristol – Mar del Plata 2025

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Quieto es esa obra que te hace preguntarte si deberías llamar a tu padre después de la función o simplemente dejarlo en paz, como él tanto lo desea. El living de Renzo, un espacio que parece sacado de una película de los 70 pero con menos glamour y más polvo, es el escenario perfecto para esta comedia dramática (o drama cómico, quién sabe) donde un viudo amargado y su hija hiperactiva libran una batalla campal entre el silencio y el desborde.

Miguel Rodríguez, en el papel de Renzo, es simplemente brillante. Con su pijama eterno y su sillón como trono, logra que te identifiques con ese deseo profundo de no hacer nada, de no querer pan de masa madre, de no entender por qué todo el mundo ahora es celíaco. Es el héroe que no sabíamos que necesitábamos: un hombre que no tiene miedo de decir lo que todos pensamos pero no nos atrevemos a vocalizar. Su interpretación es tan buena que casi te dan ganas de quedarte en casa en pijama y cancelar todos tus planes. Casi.

Y luego está Julieta, interpretada por Florencia Naftulewicz, quien también es la autora del texto. Ah, Florencia. Qué decir de Florencia. Es como si hubiera escrito el personaje de Julieta mirándose al espejo y pensando: “¿Cómo puedo ser yo, pero más?”. Y así nos entrega a una Julieta desesperada, llena de bolsos, empanadas y buenas intenciones, que quiere salvar a su padre aunque él no quiera ser salvado. Naftulewicz actúa con la intensidad de alguien que sabe que esta es su obra, su bebé, y que no va a dejar que nadie más robe el protagonismo. Aunque, quizás, un poco menos de autoficción y un poco más de distancia le hubieran dado al personaje un respiro. Pero, en fin, es su show, ¿no?

La dirección de Francisco Lumerman es fluida, aunque a veces uno siente que el living de Renzo es tan claustrofóbico que hasta el público necesita abrir una ventana. Los silencios están bien medidos, los diálogos son ácidos y el vestuario… bueno, Renzo sigue en pijama, pero Julieta cambia de ropa, lo que supone un gran avance en la trama.

El texto de Naftulewicz es inteligente, aunque a veces uno siente que está demasiado cerca de la realidad como para no preguntarse si no debería haber dejado a Julieta en el papel y no en el escenario. Pero, hey, es su obra, su vida, su terapia. Y si quiere llenar el escenario de empanadas y expectativas, quiénes somos nosotros para juzgar.

Quieto es una obra que te hace reír, te hace pensar y te hace querer llamar a tu padre para decirle que lo dejas en paz, pero solo si él te promete que no se va a quedar en pijama todo el día. Muy bueno, aunque con un dejo de amargura que te deja pensando si no deberías haber traído empanadas para la función. Y un aplauso para Naftulewicz, que nos demuestra que, a veces, la mejor forma de entender a tu padre es escribiendo una obra de teatro sobre él. Aunque, tal vez, la próxima vez podría dejar que otro actor interprete a Julieta. Solo digo…

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