Esta tercera opera del Maestro de Busetto, fue su primer gran éxito; transformándolo en reconocido y amado- esto último debido a su famoso coro de los esclavos hebreos “Va, pensiero” el cual vislumbraba de manera sutil la opresión austriaca sobre el pueblo italiano en 1842, así mismo al hoy, tan famoso coro se sigue teniendo como el segundo himno de la República Italiana (no oficial). Un obra que todavía no está separada todavía del estilo de belcanto , sobre todo de Donizetti, marcada por números corales, grandes arias de exhibición vocal sobre todo para el rol de Abigaille, con su característica línea teatral sumada con su avasallante partitura en tempos.
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El sábado pasado se vivió en el MET la última función de esta reposición en el célebre Teatro Neoyorkino de esta gran opera verdiana. Una tarde en donde la estrella era volver a escuchar y ver al célebre e histórico cantante PLACIDO DOMINGO.
Su voz en el rol del rey babilónico siguió dando una cuerda no depurada de barítono, un color extraño la cual en su zona central no logro el peso necesario en expresividad. Asimismo, se le notó un problema de fiatto, cuestión que le hace terminar en una mezza voce en quiebre. Su presencia escénica sigue siendo carismática e ineludible, su interpretación de “Dio di giuda” fue con su característico aplomo de un hombre con una carrera de más de cuarenta y cinco años; pero uno se pregunta en base a la mencionada, porque no despedirse con la grandeza vocal en tiempo y forma.
La soprano ucraniana LIUDMILA MONASTYRSKA, ampliamente reconocida en La Scala y sobre todo en la R.O.H., posee una voz amplia, no pareja en emisión, pero rotunda en fraseos. Un partenaire para Domingo ya conocida por él, que juegan en sus miradas con las notas y minuendos de manera conjunta, su registro alto es espectacular como un volcán en erupción, una octava superior diáfana con excelente voz de pecho, lo cual la lleva a cantar con dulzura de manera sublime sumada su coloratura, dando una voz ideal para este rol como para Lady Macbeth o Santuzza.
El sumo sacerdote hebreo, Zaccaria, fue asumido por el bajo DMITRY BELOSSELSKIY de manera correcta con algunos problemas en sus notas muy bajas. Los demás pequeños papeles de Fenena, hija de Nabucco, y su novio Ismael fueron asumidos de manera satisfactoria en el primero por JAMIE BARTON, especialmente agradable en su acto final durante la Cavatina, junto a RUSSELL THOMAS un correcto tenor como su enamorado. Notorio fue SAVA VEMIC quien impresionó en su debut como el Sumo Sacerdote de Baal.
El Mtro. JAMES LEVINE en el podio que decir, emocionante su entrega, la orquesta dio una respuesta a sus casi infructuosos manejos de batuta que puede llevar a cabo al hoy de manera perfecta, una clase de dirección y de respeto a tan mítico director. La partitura tuvo tempos que dignificaron la obra Verdiana de manera ejemplar, frenesí y pasión se sintió en toda la obra. Levine se tomó la licencia de realizar bis del «Va, pensiero”, el cual fue de alto impacto en los espectadores.
Una velada verdiana con altos y bajos, para reflexionar sobre la postura de Placido Domingo y su continuidad. Todos mis amigos y me incluyo aplaudo su historia y su voz, pero no puedo dejar de decir la verdad, es preferible recordarlo en sus insuperables roles de tenor, que sentir sus falencias vocales como barítono sumado a su falta de aire en su emisión.