L’incoronazione di Poppea
Música:Claudio Monteverdi
Libreto: Gian Francesco Busenello
Teatro Coliseo
Elenco:
Cecilia Pastawski (Popea), Santiago Bürgi (Nerón), Luisa Francesconi (Octavia), Martín Oro (Otón), Iván García (Séneca), Victoria Gaeta (Fortuna, Drusilla), Gloria Rojas (Arnalta) y elenco
Orquesta Compañía de las Luces. Dirección: Marcelo Birman
Puesta en escena: Marcelo Lombardero
Co producción de Nuova Harmonia y Buenos Aires Lírica. Teatro Coliseo
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Fotos, gentileza de Liliana Morsa
L’Incoronazione di Poppea (drama musical con un prólogo y tres actos) es la última ópera escrita por Claudio Monteverdi, su estreno tuvo lugar en Venecia en 1643. Fue la primera ópera que abandonó los palacios de la aristocracia italiana para representarse en un teatro público, el de San Giovanni e Paolo. Asimismo es la primera ópera cuyo sujeto dramático está basado en un episodio histórico y no en un mito o en una alegoría referida a la música
Gian Francesco Busenello es el autor del libreto, lleno de ironía, sobre un tema conocido por el público veneciano del siglo diecisiete, que probablemente estaba familiarizado con los relatos en que se inspiraba. Ese público debía saber que según los relatos, Poppea moriría en manos de Nerone y Ottone lo sucedería como emperador de Roma.
Pero en la ópera, el tema central es el Amor triunfante de Nerone y Poppea, aún a costa de la Virtud y la Fortuna. Celebra la victoria de la pasión y la ambición, relatándonos sobre la ascensión de la dama noble Poppea hasta el trono que la debe convertir en emperatriz de Roma al casarse con el déspota Nerone, a costa de la muerte de Séneca, del destierro de la anterior emperatriz Ottavia y del pretendiente de Poppea, Ottone. La ópera hace gala de una perfecta amoralidad (más que inmoralidad), ironía y sarcasmo nos presenta a unos personajes fascinantes y llenos de contradicciones, que en ningún momento son juzgados ni clasificados de forma maniquea.
Sobre estas ideas, el director de escena Marcelo Lombardero estrenó esta producción, en el Teatro Coliseo en la inauguración de Temporada 2017 para dos Instituciones de jerarquía como son Buenos Aires Lírica y Nuova Harmonía, para llevar a escena esta discreta versión. Siempre se sostiene que si la escena y la música marchan juntas y se complementan, es una música teatral que llega a envolver y a interesar al espectador. Ahora bien cuando esto no se da (como fue en este caso) es decir la escena va por un lado, la realización musical por otro, la acción dramática pierde todo interés, y la ópera, apoyada sólo en una música sustentada en recitativos tras recitativos, llega a ser tediosa, y ni la salva la propia realización musical.
La escenografía de Daniel Feijoo de proporciones geométricas, juega con la iluminación sostenida en un tinte minimalista, lo cual resulta inapropiada para un marco escénico “quasi pasticcio pintoresco” sin que el espectador encuentre sorpresas, algún reflejo o contrastes interesantes a esta obra de más de tres horas de extensión. A veces parecía que esta ópera podía haberse representado, con los mismos efectos, en un descampado. Asimismo la dirección escénica de Marcelo Lombardero en su traslación del mundo romano o renacentista a un tiempo supuestamente actual resulta del todo anodina, ‘ni fu ni fa’. El ritmo escénico del primer acto estuvo marcado por la lentitud, dando en general una imagen escénica un tanto kitsch de muy mal gusto. Nadie niega a Lombardero su talento y su sensibilidad teatral, sin embargo el dramatismo intrínseco de la obra de Monteverdi apenas se traslució.
Monótona la batuta orquestal del Mtro. Marcelo Briman al frente de la Orquesta Compañía de Las Luces, careció en todo momento de un verdadero pulso dramático, mientras que el casting fue preocupante como desigual. Poppea de Cecilia Pastawski sin duda se ve bien en prendas ajustadas o bien poses semi desnuda con una caracterización al mejor estilo televisivo de “Moni Argento”, su corrección vocal fue notoria pero no paso de esa demostración, en ningún momento se sintió el ímpetu del rol que juega con la carencia de piedad y su clara codicia. Nerone en la voz de Santiago Burgi, estuvo como su partenaire, correcto pero notoriamente contenido sin vérsele expresividad en rol y menos un diáfano estilo barroco en su canto. Sin embargo, Luisa Francesconi compone una atractiva y manipuladora Ottavia; Victoria Gaeta una Drusilla luchadora con un bello timbre vocal. Iván García interpretando al sabio Seneca cumplió en rol y en cuerda; Martín Oro, como Ottone, fue vocalmente exquisito en técnica con lo cual sus matices como sus fraseos estuvieron por sobre las marcaciones anodinas orquestales, respetando la bella partitura a tempo de Monteverdi. Un destaque es mencionar a la contralto Gloria Rojas, la cual fue avasallante en sonoridad como en presencia escénica interpretando el rol de Arnalta, el cual paso de ser un rol coprimario para transformase en uno de los principales.
En resumen, una noche sin brillo, una discreta versión de una encantadora opera histórica la cual no hace mella a sus 450 de antigüedad, sino que solamente el público en esta ocasión fue objeto del sopor.