MADAMA BUTTERFLY
Musica : Giacomo Puccini
Libreto : Giuseppe Giacosa y Luigi Illica
Director : Ramon Tebar
Regie: Josef Gilien
Elenco: Elena Guseva, Bongwine Nakani, Massimiliano Pisapia, Boaz Daniel
Hay tardes donde los elementos parecen estar unidos para hacer momentos mágicos en la Wiener Staatsoper, por una buena razón, Puccini y su Madama Butterfly fueron atendidos por talentosos artistas.
En el escenario, la magia fue inmediata Josef Gielen juega la carta de la tradición presentando un entorno de refinamiento y un cuidado de bienvenida. Un escenario basado en la pauta que el Mtro. Puccini buscaba, la casa de Cio Cio San en un costado y en el otro el puente de medio punto rojo y su entrada tradicional, lo cual al público dio tranquilidad a fin de volver a ingresar a la escena con emoción. En medio de luces calientes y muy favorecedoras, los trajes estuvieron a tono, fueron diseñados por Vera Richter. Sus colores violáceos en contraste con las figuras como cuando espera en el segundo acto Cio Cio San, junto a Suzuki y a su hijo, retrotraía a las publicidades de la época de estreno (Alla Scalla 1916/1917)
En tal contexto, es difícil para los músicos no encontrar inspiración. La Orquesta Estable de la Wiener Staatsoper , bajo la dirección del debutante en dicha sala, el español Ramón Tebar , parece en perfecta comunión con una dirección de gran sutileza. Rara vez la música de Puccini parece tan íntima. La destreza es aún más satisfactoria ya que la Statsoper no es más que un lugar de representación íntima. ; sin embargo, toda la languidez, la sensualidad, la melancolía son perceptibles. La introducción del tercer acto marca particularmente con este crescendo dramático ejecutado maravillosamente por una orquesta en su forma de grandes veladas. Los coros de las óperas regionales también parecían bien disciplinados y seductores durante el coro de «boca cerrada» al final del Acto II.
En el set, el encantamiento continúa con una distribución cercana al ideal. Benedikt Kobeli juega un Goro divinamente agudo y animado, donde Boaz Daniel es un Sharpless redondo y muy entrañable. Por el lado de la mujer, Bongwine Nakani es una Suzuki dedicada y sincera a lo largo de la ópera.
Aun así, Madama Butterfly es sobre todo el trabajo de un dúo y un papel principal que monopoliza casi toda la atención. Massimiliano Pisapia pone su sello de terciopelo al servicio de una interpretación muy convincente, con amplio y seguro squilo. El tenor italiano presenta a un valiente Pinkerton con agudos claros y sin ninguna tensión. La alquimia entre los recién casados alcanza la sensualidad y la languidez absoluta.
En fin, la soprano siberiana Elena Guseva, demuestra, que ella es una de las mejores titulares del puesto. Tanto es así que el papel de Butterfly parecía haber sido escrito para su voz. ¿Qué podría decir, excepto que ella parecía soportar todo el éxito de esta noche mágica por la inteligencia de la actuación, su musicalidad y una encarnación teatral de conmovedora sinceridad? Todas las facetas del personaje están presentes: desde la niña hasta la madre desgarrada en el tercer acto como pasando por la amante solitaria en el segundo acto. Desde los contras de su entrada de una redondez perfecta a su “Un bel di, vedremo” desgarro de ingenuidad y hasta el final “Tu, ¡tu piccolo Iddio! «La soprano siberiana, con gran emoción, cautivo con su tono redondo, soñador, su proyección generosa y su singular vibrato. Una gran encarnación musical junto con una encarnación teatral en el mismo nivel de exigencia.
Si Butterfly no perdona una interpretación mediocre del papel principal, también es la reveladora de los temperamentos y los grandes talentos. Esta actuación puede no haber revelado a Guseva en la Staatsopoer pues es conocida en dicha sala, pero ha confirmado en gran medida su lugar en el firmamento de los artistas actuales del papel. El público no se equivoca al reservar una ovación de pie, un saludo bien merecido.