María. Director: Pablo Larraín. Guión: Steven Knight. Elenco: Angelina Jolie, Pierfrancesco Favino, Alba Rohrwacher, Haluk Bilginer, Kodi Smit. Nuestra calificación: Mala
Luego de terminar de ver el film, me dispongo a escribir esta crítica, y no puedo evitar sentir indignación, ya que Pablo Larraín y Angelina Jolie han logrado con María un auténtico acto de «profanación cinematográfica». Presentada como un retrato introspectivo de los últimos días de María Callas, la película se desploma en un vacío existencial de pretensiones huecas, artificio barato y una desconexión absoluta con el espíritu de la «Divina». Más que un homenaje, es un ofensa al legado de una mujer que vivió y cantó con una intensidad que esta película ni siquiera empieza a entender.
Angelina Jolie, lamentablemente, está fuera de su liga. Su interpretación no solo fracasa en captar la grandeza y la tragedia de Callas, sino que reduce a una de las artistas más influyentes de la historia a una mera parodia de sí misma. Jolie, con sus poses estudiadas y su mirada perdida, no encarna a Callas: la imita torpemente, con una falta de carisma que raya lo tonto. No importa cuánto aprenda a mover los labios con las arias; el público jamás ve a la soprano legendaria, solo a una actriz intentando desesperadamente convencernos de algo que ni ella misma cree.
El guion de Steven Knight es un desastre narrativo, una amalgama de flashbacks pretenciosos y simbología barata que intenta parecer profundo pero se siente como el trabajo de alguien que leyó un resumen de Wikipedia sobre Callas y decidió rellenar los huecos con clichés y diálogos grandilocuentes. Las escenas diseñadas para ser «poéticas», como el absurdo coro bajo la Torre Eiffel, solo consiguen provocar carcajadas incrédulas. Todo el esfuerzo visual y sonoro no logra disimular que detrás de esta fachada elegante no hay nada más que aire.
Larraín, fiel a su fetiche por mujeres famosas en estado de colapso emocional, nos entrega un retrato completamente desalmado. María Callas, quien vivió una vida operística tanto dentro como fuera del escenario, aquí es retratada como una sombra patética, una mujer que no encuentra redención ni en su arte ni en su legado. En lugar de explorar su complejidad, Larraín opta por el melodrama vacío y las poses frías. Su obsesión por el artificio convierte la película en una farsa, en un espectáculo visualmente atractivo pero emocionalmente muerto.
El colmo de esta tragedia cinematográfica llega con su final, donde la muerte de Callas es tratada con una indiferencia insultante. La cámara, tímida y distante, se esconde como si tuviera vergüenza de mostrar la culminación del desastre que ha construido. Si la intención era transmitir la soledad y el sufrimiento de Callas, lo único que consigue es agotar la paciencia del espectador.
En resumen, María no solo es una mala película; es una afrenta a la memoria de María Callas. Para los melómanos, es una experiencia insoportable que destroza la esencia de un artista que vivió y murió con una pasión incomparable. Para los no iniciados, es un retrato torpe y confuso que reduce a una de las figuras más fascinantes de la historia de la música a una pobre sombra de sí misma. Pablo Larraín y Angelina Jolie deberían pedir disculpas: a Callas, a su legado ya los espectadores que tuvieron la desgracia de presenciar este despropósito.