- Título original: Mermaids Don’t Cry – Año 2022 – País: Austria
- Dirección: Franziska Pflaum Guión: Christiane Kalss
- Franziska Pflaum Reparto principal: Stefanie Reinsperger
- Julia Franz Richter Karl Fischer,etc Fotografía: Robert Oberrainer Compañía: Prisma Film und ernsehproduktion Género: Comedia dramática Nuestra calificación: muy buena
Las sirenas no lloran fue la película seleccionada para la presentación de prensa del XX Encuentro de Cine Europeo en Argentina. La película explora la vida de Annika, una joven cajera atrapada en un mundo tan gris que su única escapatoria parece ser un sueño infantil: convertirse en sirena. Lo que podría haberse perfilado como un tierno cuento de hadas moderno termina siendo una amarga sátira de la vida contemporánea, en la que el público queda debatiéndose entre la simpatía por el deseo de Annika y la incredulidad ante su obsesión por un disfraz de sirena. La directora Franziska Pflaum nos invita a acompañar a esta joven en su surrealista búsqueda de autoconfianza y, de paso, a cuestionarnos cuántas de nuestras propias fantasías se sostienen por una cuerda tan fina como la de Annika.
La vida de Annika es tan caótica y patética como entretenida. ¿Qué tenemos aquí? Un padre descarado, interpretado con un nivel de cinismo brillante por Karl Fischer, quien se hace pasar por discapacitado para exprimir al sistema y vivir a expensas de su hija, como si la mera idea de independencia le causara alergia. Por otro lado, está su amiga Karo (Julia Franz Richter), quien parece no poder estar soltera más de cinco minutos y, entre citas, deja a Annika a cargo de sus hijos. Y como si la vida no fuera lo suficientemente irónica, Annika ve cómo su trabajo, su única fuente de ingreso estable, pende de un hilo debido a los recortes de empleo. Así, mientras el resto del mundo parece luchar por salir adelante, Annika sueña con escamas y océanos. No con mejores condiciones de vida o amigos más fiables, sino con un disfraz de sirena que, claro, cuesta más de lo que puede pagar.
La película, bañada en tonos pastel y escenarios que rozan lo absurdo, se mueve entre el humor y la tragedia de manera inquietante. Mermaids Don’t Cry nos presenta una vida que oscila entre lo mundano y lo onírico, donde Annika, en su frágil burbuja de sueños, se evade del desastre de su día a día. Pflaum nos da breves pinceladas de lo que Annika desearía que fuera su realidad: esas noches en el tejado mirando las estrellas, imaginando una vida diferente, sus sueños vívidos en los que, aunque solo sea por un momento, el mundo parece un lugar donde convertirse en sirena tiene algún sentido. Son estos instantes los que le dan al film su peculiar atmósfera: un lugar donde los sueños y la realidad se chocan y se funden, dejándonos preguntándonos si todo es un espejismo.
Pflaum combina un drama latente con momentos de comedia ligera, y lo hace sin miedo a empujar los límites de la credulidad. Si bien la historia intenta con todas sus fuerzas equilibrarse entre la fantasía y la realidad, a veces cae en el abismo de su propia ambición. El desenlace llega de manera tan apresurada que deja la sensación de que alguien ha dado vuelta la página antes de tiempo, como si el destino de Annika no necesitara explicación ni desarrollo adicional. Al final, Annika emerge como una heroína posmoderna que, a pesar de todo, logra encontrar algún atisbo de libertad, aunque eso implique nadar contra la corriente de un océano imaginario.
En resumen, LAS SIRENAS NO LLORAN (Mermaids Don’t Cry) se convierte en una obra tan surrealista como lo es la vida misma: un recordatorio mordaz de que, si bien soñar con ser sirena es un escape encantador, la realidad no siempre es tan amable. Nos deja con una advertencia, casi como una broma cósmica, sobre la fragilidad de nuestros sueños infantiles cuando chocan con la dureza del mundo adulto. Es una brisa de primavera, sí, pero una que sopla con un dejo de ironía, empujándonos a reflexionar sobre lo fácil que es perderse en fantasías mientras la vida pasa de largo. ¿Es Mermaids Don’t Cry una película optimista? Quizás, pero al final, parece invitarnos a despertar, a enfrentar esa vida que, aunque no tenga magia ni escamas brillantes, sigue ahí, aguardándonos con sus propias complejidades.