domingo, 21 de septiembre de 2025
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La visión de un mundo en la exposición de Marcela Ghilino

LECTURA RECOMENDADA

Marcela Ghilino, en Galería Pasaje 865 ( Humberto Primo 865 – San Telmo, C.A.B.A.)

Si tuviéramos que inicialmente caracterizar la exposición de Marcela Ghilino, no dudaríamos en decir que se trata de un viaje emocional a través del color y la forma. Sus pinturas, de gran tamaño y cromatismo intenso, nos envuelven en un mundo de figuras humanas y animales que parecen palpitar con vida propia, capturando la esencia de sus sujetos con un lenguaje visual poderoso y expresivo. Los individuos, envueltos en una atmósfera de angustia existencial, parecen reflejar la complejidad y la vulnerabilidad de la condición humana. En contraste, los animales aparecen como símbolos de paz y tranquilidad libres de las cargas y preocupaciones que aquejan a los humanos, pero también (y tal cual es el deseo de la autora, gran defensora de los animales) sin la angustia que les genera el maltrato del que muchas veces son víctimas por los humanos.

Su obra, en particular las pinturas, son pues un reflejo profundo de sus inquietudes y preocupaciones sobre la relación entre el hombre y los animales. A través de ellas nos invita a reflexionar sobre la falta de empatía hacia los seres que nos rodean y la necesidad de un cambio de conciencia. Si a esto le sumamos la precisión en su técnica pictórica y su depurado uso del color vibrante y contrastante, el resultado es una obra a la vez poderosa y efectiva, que potencia su habilidad para capturar la esencia y la emoción de sus sujetos, brindándonos un testimonio de su talento, compromiso y dedicación.
En cuanto a las numerosas tintas que forman la exposición de Ghilino (impecablemente enmarcadas, como corresponde a toda obra gráfica, no solamente por una cuestión estética sino para protección del soporte), ellas nos ponen frente a una creadora que domina totalmente la difícil pero maravillosa técnica de las tintas (predominio absoluto del negro sobre fondo blanco, pero con puntuales y medidos toques de color), presentándonos individuos emergiendo de la tierra con gestos angustiantes o desgarradores, junto al personajes mitológicos (dominio absoluto de la figura humana)…

Todo ello en un contexto donde no hay lugar para el espacio libre, pues toda la superficie está finamente trabajada, haciéndonos acordar al criterio de Klimt en buena cantidad de sus pinturas. Nuevamente hay una clara integración del oficio y de lo expresivo, invitando al espectador a reflexionar sobre la relación entre lo humano y lo divino, lo racional y lo instintivo. Pero en medio de esa turbulencia y la incertidumbre de la vida, hay un anhelo de conexión con algo suprarreal.


La obra de esta artista (que no es una recién llegada al mundo del Arte, al contrario) es un recordatorio de que el Arte puede ser un poderoso catalizador para la reflexión y la introspección, y que la exploración de la condición humana puede llevarnos a lugares inesperados y reveladores.
Exposición para no dejar pasar y conocer a esta creadora tan personal.

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