domingo, 21 de septiembre de 2025
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La reina del «drapeado»: Madame Grès

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Se la conocía como la «reina del drapeado» y la «escultora de la ropa». Literalmente «esculpía» sus famosos vestidos directamente sobre sus clientas, sin patrones ni plantillas. Convirtió a mujeres terrenales en majestuosas estatuas antiguas y no temió oponerse abiertamente al régimen fascista durante los años de ocupación. Entre sus clientas se encontraban las mujeres más famosas del mundo, pero murió en la pobreza y el anonimato. Todo esto se trata de Madame Grès.


El mundo la conocía por varios nombres. Antes de convertirse en Madame Grès, nacida como Germaine Emily Krebs, ya se había hecho famosa como Alix Barton. El afortunado seudónimo con el que entró en la historia de la moda lo tomó prestado de su marido, el artista ruso Sergei Cherevkov, más conocido como Serge Grès. A él no le gustó este «robo», pero a sus clientas estrella (Greta Garbo, Marlene Dietrich y Grace Kelly, entre otras) no les importó en absoluto. Al final, los vestidos que creaba «sonaban» más que cualquier nombre. Monumentales y esculturales, como estatuas antiguas, hacían que cualquier mujer terrenal pareciera una auténtica diosa.

¿Cuál era su secreto? Creaba todas sus obras maestras directamente sobre la figura. Nada de patrones, solo tijeras y un sinfín de capas de drapeados ornamentados que «esculpía» directamente sobre sus clientas. Esta metáfora no es casual: en su juventud, Madame Grès estudió escultora, de ahí su asombroso sentido del volumen y las proporciones. Con la ayuda de sus famosos drapeados, fue capaz de crear una nueva silueta y mostrar a la mujer exactamente como ella quería verse. Esto fue lo que la ayudó a convertirse rápidamente en la estrella principal de la moda parisina de los años 30: las chicas que estaban aburridas de las siluetas sencillas y masculinas de los años 20 aceptaron con gusto sus vestidos complejos, pero sorprendentemente armoniosos.


Durante los años de la ocupación nazi, Madame Grès demostró ser una auténtica activista. No solo se negó a servir a la élite alemana, sino que creó una colección de vestidos con los colores de la bandera francesa, por lo que su postura política era evidente para todos. Debido a esto, tuvo que abandonar París por un tiempo y cerrar su Casa, pero en 1947 regresó a su trabajo y recibió la Legión de Honor. Hasta los años 80, continuó trabajando activamente, pero con el paso de los años, su Casa obtenía cada vez menos beneficios. En 1984, Bernard Tapie la compró, y este fue el principio del fin de la gloria de la gran Madame. Tan solo tres años después, la Casa quebró y cerró. Madame Grès presenció la caída de su propio imperio con sus propios ojos. La gran modista falleció en 1993, menos de una semana antes de cumplir 90 años. En ese momento, se encontraba en una residencia de ancianos, adonde la envió su propia hija Anna.

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