Se suele afirmar que desde la inolvidable actuación de María Callas como Medea en la Ópera de Dallas, su voz nunca volvió a ser la misma; en esa noche, ella encarnó por completo el papel de Medea. Su logro artístico más destacado se manifestó en una actuación que merece tal elogio sin exagerar.
En el papel de Medea, es notable la ausencia de dependencia del registro vocal medio, ya que la mayoría de la obra se sitúa en los registros más bajos y más altos, con grandes saltos, lo que la hace sumamente difícil de interpretar. Sin embargo, Callas defendió el papel de manera magistral. En general, ella sobresalió en desafíos vocales de esta naturaleza más que nadie.
Medea parecía haber sido creada a medida para Callas, permitiéndole mostrar los matices más oscuros de su voz, como el odio y la crueldad aterradora en las notas más graves, así como el sufrimiento de la heroína mitológica en los tonos más agudos. La música de Cherubini es un torbellino, una tempestad, una cascada de emociones románticas encerrada en la estructura clásica. Todo esto halló su expresión perfecta en la interpretación de Callas, tanto en términos de contenido como de estilo.
Es importante mencionar que durante su actuación en Dallas, María Callas estaba en excelente forma vocal, a pesar de que 1958 marcó el inicio del declive de su carrera. En la misma mañana del estreno, Callas recibió un telegrama anunciando la terminación de su contrato con el MET por parte del entonces director, Rudolf Bing. Esta noticia enfureció a Callas debido al desprecio de Bing. Muchos seguidores de la cantante creen que este incidente influyó en que su interpretación de Medea en Dallas, lo cual dio una de las versiones más apasionadas de su carrera.