LA BOHÉME
ÓPERA EN CUATRO ACTOS (1896)
LIBRETO GIUSEPPE GIACOSA Y LUIGI ILLICA
BASADO EN ESCENAS DE LA VIDA BOHEMIA DE HENRI MURGER
COPRODUCCIÓN CON LA ÓPERA DE TENERIFE (ESPAÑA)
DIRECTOR MUSICAL INVITADO: JOSEPH COLANERI
DIRECTOR ESCENA: STEFANO TRESPIDI
DISEÑO ESCENOGRAFÍA E ILUMINACIÓN: ENRIQUE BOLDONI
DISEÑO DE VESTUARIO: IMME MOLLER
DIRECTOR CORO ESTABLE DEL COLÓN: MIGUEL MARTINEZ
DIRECTOR DEL CORO DE NIÑOS: CÉSAR BUSTAMANTE
REPARTO
MIMÍ: MARIANA ORTIZ
RODOLFO: ATTALA AYAN
MARCELLO: FABIÁN VELOZ
MUSETTA: JAQUELINA LIVIERI
COLLINE: CARLOS ESQUIVEL
SCHAUNARD: FERNANDO GRASSI
…“ma quando bien lo sgelo
El primo sole é mío.
Il primo bacio dell aprile é mio!”…
Mimí, 1er acto.
Canta Mimí en su celebérrima aria: cuando llega el deshielo, el primer beso de sol es mío!
Así nos sentíamos caminando en una semiprocesión desde los cuatro puntos cardinales de la manzana del Teatro Colón, en una tarde primaveral de Buenos Aires que llegaba a los 25 grados. Nos preguntábamos con una amiga si con este clima tan hermoso no daba ganas de quedarse tomando sol o al aire libre, “que cosa tener que meterse al teatro” pensábamos. Pero claro, del otro lado de la balanza estaba sin lugar a dudas uno de los títulos líricos mas maravillosos y de los pocos que los amantes del género no se pierden,sea como sea la puesta.
Porque es la sumatoria de las geniales armonías de Puccini y la agudeza teatral en la combinación de Giacosa e Illica que da como resultado una obra que, en poco tiempo, suma amor, celos, pasiones, costumbrismo, divertimento y drama en menos de 3 horas y en cuatro cómodos actos.
La puesta que tenemos en el teatro Colón es una puesta clásica, no faltan las telas a cuadraditos ni las banderas francesas; con un segundo acto en el que no se queda fuera del escenario ni un corista y que tiene una escenografía interesante con las elevaciones de la buhardilla del primer acto y los cafés móviles en el segundo acto.
Claro es el segundo acto el que se lleva los aplausos de las casi 2487 que colmaron la sala. Un segundo acto concebido para estallar el escenario, un fresco de época donde toda la sociedad converge y que con una buena dirección artística se lleva los laureles. Además, es una gran escena que se disfruta tanto desde la platea como sobre el escenario; se nota que los cantantes aman esta participar del mismo. Así de amigable es la música y el correr de la trama.
En esta ocasión no faltó nada en escena. Diré como decía Coco Chanel: menos es más! Fue el more and more, demasiadas cosas. Mucha gente, mucho vestuario, mucha escenografía, mucha utilería, todo y todos! Fue gracias a los pequeños cuadros del coro que se pudo entender la trama,que se diluía en un conjunto de personajes que terminó saturando al espectador.
El coro sonó correctamente, ajustados en los pasajes rítmicos difíciles de la obra, también el coro de niños se lució, aunque se veían descontrolados por momentos en escena y un tanto gritados los bocadillos musicales.
Los cantantes no defraudaron, correctos todos.
Mariana Ortíz sorprendió con su fiatto. De gran calidad, ayudó a darle más riqueza al personaje de Mimí enlazando las frases y llevando al pianísimo las notas ya largas de las arias. No puedo decir que sea la voz más aterciopelada que elegiría para este rol pero su participación, si bien no llegó a emocionar, lucía histriónicamente y vocalmente correcta.
Attala Ayan es un tenor con buen fraseo, con experiencia sobre el escenario no dejó baches en su personificación de Rodolfo.
Fabián Veloz se mueve como pez en el agua con el personaje de Marcello, personalmente lo he escuchado con mejor calidad vocal en este mismo rol pero no puedo decir que haya cantado una sola nota mal. Acompaña a su experiencia su simpatía natural en escena.
Jaquelina Livieri personificó a Musetta; si bien vocalmente le sobra para este personaje no llegó a robarse la obra como suele ser habitual. A veces las puestas, o las marcaciones teatrales, llevan a resaltar a un personaje. No fue este el caso de su Musetta.
Carlos Esquivel y Fernando Grassi sirvieron de soportes para la acción dejándose llevar por los juegos en escena y disfrutando de las picardías de los bohemios.
La batuta de Joseph Colaneri llevó férreamente a la orquesta y pudo equiparar todas las partes: solistas, coros e instrumentistas. Me llamó la atención el tempo un poco más lento que lo habitual. Es extraño ver una Boheme un poco más lenta, se aprecian mejor los juegos armónicos y contrapuntos. No sé si fue intencional o quedó así en esta función.
Si uno se pregunta en la tarde primaveral donde le gustaría estar. Si en la plaza o en el teatro, con esta obra cumbre de la lírica, no dudo ni por un segundo, aun cuando nunca haya visto una ópera: en el Colón!