LA ITALIANA EN ARGEL
ÓPERA EN DOS ACTOS (1813)
MÚSICA DE GIOACHINO ROSSINI
LIBRETO DE ANGELO ANELLI
NUEVA PRODUCCIÓN DEL TEATRO COLÓN
EN CO-PRODUCCIÓN CON LA QUINCENA MUSICAL DE SAN SEBASTIÁN Y EL FESTIVAL SAN LORENZO DEL ESCORIAL (MADRID, ESPAÑA)
DIRECTOR MUSICAL INVITADO Antonello Allemandi
DIRECTOR DE ESCENA Joan Anton Rechi
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Claudio Hanczyc / DISEÑO DE VESTUARIO Mercè Paloma
DISEÑO DE ILUMINACIÓN Sebastián Marrero / ASISTENCIA DE ESCENOGRAFÍA Alan Gatti Celleri
DIRECTOR DEL CORO Miguel Martínez
REPARTO
ISABELLA Florencia Machado / LINDORO Santiago Ballerini / MUSTAFÁ Ricardo Seguel
TADDEO Damon Ploumis / ELVIRA Rocío Giordano / ZULMA Monserrat Maldonado / HALLY Luciano Miotto
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L’Italiana in Algeri con una nueva producción presenta el Teatro Colon. El conocido director escénico Joan Anton Rechi (conocido por nuestro medio por su producción “Goyesca” del Trovatore en la presente Temporada del Liceu), nos muestra una “revista al estilo pasticcio”. Así, se logró un espectáculo crujiente, pirotécnico, lleno de gags que fueron en verdad divertidos. Sobre el escenario no hubo un momento de éxtasis, todos bailaron, todos saltaron y corrieron a un ritmo endiablado en un torbellino de situaciones que abrumó y divirtió a los espectadores. Hubo también un entretenido grupo de coreutas delineados como “Cage rossinianas”. Esta versión, fue una italiana joven, vital, con muchas plumas, dorados kitsh y paillet, lo cual resultó “un capricho de regista estrella” que no quedará en el recuerdo entre las pocas representaciones de esta ópera realizada en nuestro Primer Coliseo. Tengamos en cuenta que es la séptima vez que se presenta en una Temporada Oficial la última vista fue en el año 1994 en la recordada regie de Pier Luigi Pizzi, el cual dio un marco de belle epoque al relato gioccoso rossiniano.
Pero dejado el “estrellato” actual de un regista, la ópera mostro un preparado grupo de cantantes/ actores argentinos. La capacidad cómica de los dos personajes bufos, Mustafà -óptimamente cantado y actuado por Ricardo Seguel, estuvo ágil, amenazador, divertido, constantemente en marcha- el muy divertido Taddeo, de Damon Plaumis mostro todo tipo de gesticulaciones, movimientos rítmicos y bromas, sin perder un ápice de la parte vocal, impecablemente emitida a pesar del constante y fatigoso andar por el escenario con ropajes complicados.
Pero la función tuvo otros muchos méritos: un tenor como Santiago Ballerini, de voz sumamente ligera -no puede ser de otro modo- cantó un Lindoro con la coloratura en su sitio y con agudos difíciles que no rehuyó, sino que afrontó con valentía en su punto.
Rocio Giordano, tuvo a su cargo un papel poco agradecido y muy difícil, el de la «seconda donna», Elvira, el cual pudo resolverlo de manera correcta , moviéndose con gracia en delicada compostura y contribuyendo no poco al éxito del conjunto. Bien secundada por una óptima Monserrat Maldonado, que consiguió que se pudiera apreciar el poco afortunado papel de Zulma, que es un cero a la izquierda pero que ella consiguió situar a la derecha con una emisión precisa en brillante colorido vocal sumada a una efectiva resolución escénica.
Si a todo esto añadimos el magnífico barítono de Luciano Miotto, convertido en el “amenazador colorido “Haly, jefe militar de esa corte extravagante de Mustafà, el cual cantó su aria acompañado del cómico dromedario mostrando su excelencia como barítono buffo, tendremos todos los elementos que configuraron una velada deliciosa. A lo que hay que añadir la figura protagonista de Florencia Machado. Personalidad escénica que se movió con gracia, picardía, dando a su papel de «Vedette» del casino una magnífica interpretación sugestiva y bien trabajada. Con una coloratura de calidad que le permitió moverse sin problemas en un rol que le calza de manera justa, aunque en esta oportunidad tuvo unos momentos de atención en su aria final «Pensa alla patria», la cual no opaco su trabajo en calidad.
El coro estable fue efectivo en sus intervenciones bajo la dirección de Miguel Martinez y la Orquesta Estable bajo la dirección del reconocido Mtro. Antonello Allemandi, brillo en brío en tempos justos con la sutileza chispeante que necesita un Rossini burbujeante como el mejor espumante.
En definitiva, el “disparate revisteril” no eclipsó al estupendo grupo de solistas que enorgullece a la lirica nacional que brillo en un Rossini de prosecco y pizza.