Hamlet, en cinco actos
Música: Ambroise Thomas (1811-1896)
Libreto: Michel Carré y Jules Barbier
Basado en: William Shakespeare Hamlet
Dirección musical: Pierre Dumoussaud
Director: Krzysztof Warlikowski
Orquesta y Coro de la Ópera Nacional de París
Reparto: Hamlet: Ludovic Tézier, Claudius: Jean Teitgen, Laërte: Julien Behr, Espectro del rey difunto: Clive Bayley, Horatio: Frédéric Caton, Marcellus: Julien Henric, Gertrude: Ève-Maud Hubeaux, Ophélie: Lisette Oropesa (hasta marzo 30) Brenda Rae (2-9 de abril)
El espectáculo comienza con una anciana, la reina Gertrudis, de espaldas al público, sentada en una silla de ruedas viendo Les Dames du Bois de Boulogne de Robert Bresso en un viejo televisor en blanco y negro. Su hijo, Hamlet, está justo al lado, en una cama. Hamlet y su madre, la reina regicida, son exiliados a una residencia de ancianos, que evoca un manicomio. Un pasillo a la derecha del escenario, delimitado por barrotes, es recorrido por personas que parecen sufrir una demencia violenta. Ausente del escenario de la Ópera de París desde 1938, la gran ópera de Ambroise Thomas, creada en 1868, regresa en una contradictoria puesta en escena de Krzysztof Warlikowski.

Locura grupal
Hamlet, por lo tanto, evoluciona en esta institución, donde los experimentos se llevan a cabo en el fondo. La puesta en escena del polaco Krzysztof Warlikowski desborda creatividad y está repleta de muchos detalles. Depende del espectador seguir las muchas acciones que tienen lugar simultáneamente. Un ambiente de alienación flota sobre el escenario durante las casi tres horas que dura el espectáculo. Una alienación agónica y melancólica, alimentada por flashbacks, mezclada con la culpa de los protagonistas, que llegan a desear la muerte para escapar de su doloroso presente. Los lugares parecen habitados por la locura y la desesperación.

Hamlet, atormentado por el nuevo matrimonio de su madre dos meses después del asesinato de su padre, clama venganza sin atreverse a actuar, a pesar de la promesa hecha al fantasma del rey de su padre. El príncipe danés, magistralmente encarnado por el barítono Ludovic Tézier, que ya había interpretado este papel principal hace veinte años en Toulouse, se muestra apático, acosado por la indecisión. Se mueve como un alma en dolor y lleva dentro de sí deseos pecaminosos. Al mismo tiempo desea a esta madre regicida a la que quiere matar, quiere que viva y que muera. La quiere para él y sobre todo para no compartirla con su nuevo padre, este rey usurpador. Ama a su madre con locura. Eve-Maud Hubeaux, como madre y reina, aporta gran profundidad al drama, hasta esta inquietante escena en la que se deja desnudar por Hamlet y se acuesta con él en la misma cama.
Lleno de venganza, Hamlet abandona a su prometida, Ophelia. Cansada de su indecisión, de su incapacidad para actuar, para hacerse adulta, la feliz prometida se hunde en la depresión. Lisette Oropesa consigue sacar a relucir toda la tragedia que sufre Ofelia al borde de la ruptura y, en definitiva, de morir literalmente de amor. La soprano estadounidense, con una rara intensidad dramática, emocionó al público asistente, que le dedicó una larga ovación de pie. El nuevo Hamlet de Krzysztof Warlikowski y el director Pierre Dumoussaud es abrumador en la interpretación y un poco confuso en la puesta en escena. Es denso, potente, carnal y deliciosamente loco.