miércoles, 8 de octubre de 2025
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El regreso del poder y la pasión de ANNA BOLENA al Teatro Colón

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La ópera «Ana Bolena» de Donizetti, basada en la figura histórica de es Reina inglesa, ofrece una mirada fascinante y controvertida sobre esta mujer del Renacimiento. Su papel en la Reforma Eclesiástica en Inglaterra y su trágico destino bajo el yugo de Enrique VIII han inspirado a numerosos artistas a lo largo de los años.

La partitura de Donizetti es un verdadero tesoro, que combina elementos del estilo belcantista con una escritura dramática expresiva. Las coloraturas y las ornamentaciones virtuosas se entrelazan con líneas melódicas evocadoras, creando un paisaje sonoro lleno de pasión y desesperación. La música refleja con maestría las emociones de los personajes, desde la alegría y el amor hasta el desconsuelo y la ira.

El papel protagónico de Ana Bolena exige una soprano con una voz poderosa y una gran habilidad actoral. En esta nueva representación en el Teatro Colón, la talentosa soprano rusa Olga Peretyatko se encargó del rol de manera cautivadora, a pesar de ser una soprano lírica y no una dramática de agilidad. Su interpretación desplegó una fina y compleja actuación, expresando la angustia y vulnerabilidad del personaje de manera magistral. La pureza inicial de su voz contrasta con su expresión iracunda al maldecir a su rival, y su lucha interior entre la rabia y la voluntad de perdonar que se mantiene visible hasta la última nota.

Peretyatko posee un timbre sedoso intensamente vibrado, que no encuentra dificultad ni en los agudos ni en los graves. Su técnica vocal sólida le permite abordar los desafíos de las coloraturas y las líneas melódicas exigentes con precisión y belleza. Su interpretación está respaldada por un porte altivo y una verdadera apropiación de la música, expresando matices con un rubato elocuente.

Olga Peretyatko. Foto gentileza, Máximo Parpignoli – Prensa Teatro Colón

Es difícil compartir escena con una voz como la de Peretyatko, en un rol tan carismático como el de Ana Bolena, pero hay que situar en igualdad de condiciones la exuberancia vocal de Daniela Barcellona, ​​quien como Giovanna Seymour ofreció la justa réplica a la Reina construyendo un papel de gran veracidad y carga expresiva. Su voz presentó un comienzo dificultoso, para luego crecer en justa medida; en particular su vibrato resulta algo fatigoso en esta versión sin escena. Su amplio volumen de forma rústica jugó en la contienda moral de la dama de la Reina y nueva favorita del Rey, que se debate entre la pasión por el monarca y la devoción que debe a su señora. Tal es el caso del dúo “Sul suo capo aggravi un Dio” que culmina la tercera escena del segundo acto, una de las mejores del repertorio de Donizetti y un momento estelar para ambas cantantes.

oDaniela Barcellona – Olga Peretyatko. Foto gentileza, Máximo Parpignoli – Prensa Teatro Colón

Xavier Anduaga, en el papel de Lord Percy, mostró un dominio absoluto del estilo, con un fraseo entregado y una interpretación valiente, destacándose en el tercio agudo, sin amedrentarse lo más mínimo ante el hecho de debutar la parte en Buenos Aires. El público se mostró francamente entusiasmado con el tenor euskadi. Obviamente, su Percy admite aún un margen de mejora, pudiendo asentar más el fraseo, logrando así una interpretación aún de mayor riqueza.

El bajo Alex Esposito, en el rol de Enrique VIII, presentó una voz generosa, amplia, noble y un canto autoritario, decidido, dominador, poderoso y solemne.

Olga Peretyatko – Alex Esposito. Foto gentileza, Máximo Parpignoli – Prensa Teatro Colón

Como Smeton, la mezzo argentina Florencia Machado estuvo loable en su canto, mostrando técnica y estilo belcantista. Completaron el elenco Cristian De Marco (Lord Rochefort) y Santiago Vidal (Hervey), quienes cerraron con mérito un dream team de jerarquía.

El coro, bajo la dirección de Miguel Martínez, desde su primera intervención, tras levantarse el telón, fue, como siempre, un prodigio de afinación, elegancia, musicalidad y diversidad, con intensos contrastes interpretativos, lo cual apoyó la acción de manera fluída.

La Orquesta Estable del Teatro Colón, bajo la batuta del director Iñaki Encina, realizó una detallada y amena lectura de la partitura original de Donizetti, a pesar de los cortes en la versión presente. Los tempos fueron a veces un poco más lentos de lo que uno hubiera esperado, pero en general, impulsó la acción con autoridad.

Foto gentileza, Arnaldo Colombaroli – Prensa Teatro Colón

En cuanto al montaje de «ópera en concierto», resultó híbrido, aunque fluído en contra del estatismo de una propuesta normal de concierto. Fue una puesta en escena donde la aptitud de cada cantante ante su letra marcó, en escasos movimientos, un relato que también se apoyó en una iluminación que brindó climas a la acción. Esta propuesta estuvo bajo la dirección escénica de Marina Mora, la iluminación a cargo de Ruben Conde, sobre una planta visual creada por Gabriel Caputo.

«Ana Bolena» volvió con beneplácito al Teatro Colón, siendo un título clave en la obra de Donizetti que tuvo que esperar más de 50 años para estar nuevamente en programación. Es la primera ópera de la llamada Trilogía Tudor, que se espera continúe con «Maria Stuarda» y «Roberto Devereaux» en nuestro Primer Coliseo.

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