Dirección: Sebastián Lelio. Guion: Emma Donoghue, Sebastián Lelio y Alice Birch. Duración: 106 minutos. Intérpretes: Florence Pugh, John Burke, Niamh Algar, Kíla Lord Cassidy, Elaine Cassidy, Toby Jones. Nuestra calificación: muy buena
La lúgubre pero cautivadora película El Prodigio, dirigida por Sebastián Lelio, exige al espectador una “fe interna” no en el sentido religioso, sino en la capacidad humana de encontrar refugio en las historias, en esas narrativas que se convierten en herramientas de supervivencia. En este hipnótico psicodrama de resonancias profundas, Lelio despliega una historia femenina de fuerza y resistencia, ambientada en las desoladas Midlands irlandesas del siglo XIX, una región sumida en el luto tras la Gran Hambruna.
La película abre de manera inusual: en lo que parece ser un set cinematográfico contemporáneo, una voz en off nos recuerda el peso de las creencias en este pequeño y desesperado pueblo, dividido entre la ciencia moderna y la fe católica. Lib Wright, una enfermera con formación científica (interpretada de forma impresionante por Florence Pugh), es enviada a este remoto lugar para una misión tan intrigante como inquietante: observar durante dos semanas a Anna O’Donnell, una niña de 11 años que, inexplicablemente, ha sobrevivido cuatro meses sin comer. Su misión no es curar ni interceder, sino simplemente vigilar. ¿Es Anna un milagro o una impostura?
A medida que la narrativa avanza, Lelio despliega un despliegue visual de sombrías acuarelas que, bajo la dirección de fotografía de Ari Wegner, capturan un paisaje envuelto en niebla y frío, un escenario que parece susurrar los secretos de sus habitantes. El personaje de Lib se enfrenta a un comité masculino que representa la ley y la fe en el pueblo, liderado por el imponente padre Thaddeus (interpretado con intensidad por Ciarán Hinds), y que incluye a figuras como el Doctor McBrearty (Toby Jones) y el terrateniente John Flynn (Brian F. O’Byrne). La llegada de Lib, una mujer de ciencia, provoca tensiones sutiles y enfrentamientos silenciosos: para ella, la ciencia y los hechos son incuestionables; en cambio, para la comunidad, el último alimento de Anna, el «cuerpo de Cristo», no necesita mayor explicación.
Adaptada de la novela de Emma Donoghue (Room), y coescrita por la misma autora junto con Alice Birch y Lelio, El Prodigio construye a sus personajes con una meticulosa compasión. La joven Anna, interpretada por una maravillosa Kíla Lord Cassidy, aporta una presencia casi angelical, mientras la música etérea de Matthew Herbert envuelve el drama en una atmósfera de violines y sonidos electrónicos que realzan el tono introspectivo de la cinta. Los espectadores, al igual que Lib, se ven atrapados en una intriga: ¿es Anna el producto de un engaño orquestado o una víctima de manipulaciones religiosas?
Lelio, conocido por su habilidad para explorar la fortaleza femenina en películas como Gloria, Una mujer fantástica y Desobediencia, se sumerge aquí en los laberintos de la fe, la ciencia y la ambigüedad. Cada personaje, marcado por su propio dolor y trauma, se enfrenta a preguntas que retan su percepción de la verdad. En un momento de desesperación y desilusión, Lib intenta alimentar a la niña a la fuerza, exponiendo la intensidad de su propio conflicto emocional y ético.
El Prodigio no es una crítica fácil a la religión organizada ni una lección moral sobre la fe ciega; más bien, invita al espectador a una experiencia de humildad y escucha. Lelio concluye con un final de resonancias optimistas y reveladoras, tan sublime y delicado como un canto de pájaro, consolidando esta obra como uno de los trabajos más logrados de su carrera.