domingo, 21 de septiembre de 2025
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El Cónsul en el Teatro Colón: Un Espejo de la Burocracia Inhumana en la Argentina de Hoy…

LECTURA RECOMENDADA

De Gian Carlo Menotti – Drama musical en tres actos (1950) Música y libreto en inglés de Gian Carlo Menotti – Director Musical Marcelo Ayub – Director de escena Rubén Szuchmacher – Dramaturgia Lautaro Vilo – Escenografia y vestuario Jorge Ferrari – iluminación Gonzalo Córdova

Elenco: John Sorel Sebastián Angulegui – Magda Sorel Carla Filipcic Holm – Secretaria del consulado Adriana Mastrángelo – Madre de Jhon Virginia Correa Dupuy – Agente secreto Héctor Guedes – Nika Magadoff Pablo Urban – Mr. Kofner Alejandro Spies – Mujer extrnjera Marisú Pavón – Anna GOmez Marina Silva – Vera Boronel Rocío Arbizu – Assan Sebastián SorarrainTeatro Colón, Temporada 2024 – Nuestra calificación: excelente

Estrenada en 1950, El cónsul de Menotti fue un rotundo éxito comercial, permaneciendo en Broadway por ocho meses y ganando el premio Pulitzer, entre otros galardones. No obstante, en las últimas décadas, El cónsul ha perdido popularidad y hoy en día solo se representa de forma esporádica.

El propósito principal de la ópera no gira en torno a la política migratoria, sino a la manera en que los regímenes totalitarios destruyen vidas y cómo las burocracias gubernamentales deshumanizadas ponen en peligro las libertades individuales. Lejos de ser una reliquia de la Guerra Fría, estos temas hacen que El cónsul sea hoy más relevante que nunca. Aunque el Muro de Berlín se haya derrumbado, una Rusia en expansión sigue invadiendo naciones soberanas y eliminando a disidentes, mientras que en Corea del Norte, un líder desequilibrado con armas nucleares oprime a su pueblo y asesina incluso a sus familiares en el extranjero… No es necesario mirar tan lejos para hallar paralelismos contemporáneos con el tema de la burocracia gubernamental desalmada e irresponsable.

El cónsul narra la angustiosa situación de Magda Sorel. Su esposo, John, es un luchador por la libertad que está siendo perseguido por la policía secreta de un gobierno autoritario. Después de que John resulta herido de bala, Magda acude a la oficina del cónsul para tratar de obtener visas para ella, su bebé y la madre de John, con la esperanza de poder salir del país. Sin embargo, en la figura de la secretaria fría y profesional del consulado, Magda y otros solicitantes de visa se enfrentan a un interminable conjunto de reglas redundantes y a interminables demandas de papeleo. Con la policía secreta acercándose, Magda estalla en súplicas ante la secretaria, pero todos sus esfuerzos son en vano: John es capturado y la ópera culmina en una tragedia total.

El cónsul no es una obra perfecta, con la acción dramática, el escenario sombrío y las secuencias de fantasía que a menudo carecen de coherencia. Sin embargo, la partitura es uno de los mayores logros de Menotti; la música siempre está al servicio de la narrativa y alcanza picos emocionantes en el aria del segundo acto de Magda, «To this we’ve come», una declaración libertaria contra la opresión del gobierno, que se ha convertido en un canon dentro de la ópera.

En esta etapa de su carrera, Carla Filipcic Holm vuelve a interpretar a la heroína desesperada de manera vívida y conmovedora. Como es característico en Menotti, hay tanto diálogo hablado como música vocal, y Filipcic Holm, una de nuestras mejores actrices cantantes, hizo que cada giro del destino de Magda fuera evidente y casi doloroso de presenciar. Su creciente frustración y explosión ante la secretaria se convirtió en un triunfo en la gran aria, cantada con una voz rica y una convicción absoluta, lo que le valió una ovación prolongada que detuvo la función.

Foto gentileza, Arnaldo Colombaroli, Prensa Teatro Colón

Andriana Mastrángelo estuvo a la altura como la némesis de Magda, la secretaria, la guardiana del consulado, cuya obediencia ciega a las reglas, formularios y citas condena a los desesperados emigrantes a esperar eternamente sus visas. Con una dicción impecable y una poderosa voz de mezzo, Mastrángelo logró capturar tanto el lado cómico como el siniestro de esta figura de autoridad implacable, aportando también plausibilidad a su momento tardío de compasión.

Victoria Correa Dupuy interpretó sin problemas el papel de la Madre. La consagrada mezzosoprano fue dramáticamente efectiva, siendo particularmente conmovedora su canción de cuna al hijo enfermo de Magda.

Sebastián Angulegui demostró ser un actor destacado en el papel de John Sorel, el esposo perseguido de Magda, su vos potente y con grueso porte de baritono barítono complementó a la perfección la voz de Filipcic Holm.

Héctor Guedes se destacó como el agente secreto, aportando una presencia insidiosa y ominosa al espía que sigue de cerca los movimientos de los Sorel. Como Assan, Sebastián Sorarrain ofreció una interpretación natural como el socio encubierto de los Sorel.

Los papeles del grupo de solicitantes de visa fueron bien interpretados por un elenco de apoyo que incluyó a varios habituales del Teatro Colón. El vívido Nika Magaloff de Pablo Urban proporcionó uno de los pocos momentos ligeros de la velada como el mago que hipnotiza a los otros solicitantes, para desconcierto de la secretaria. Alejandro Spies aportó su profunda voz de barítono, así como la gentileza y humanidad del Sr. Kofner; Rocío Arbizu como Vera Boronel fue divertida en su dúo de firmas de formularios con la secretaria. Marisú Pavón encarnó a una mujer extranjera con sutileza, y Marina Silva hizo una efectiva Anna Gomez.

La ya conocida producción de Rubén Szuchmacher fue en gran medida exitosa y respetuosa con la obra de Menotti. La única excepción fue la modificación del trágico desenlace final, una elección del director para acentuar la teatralidad del texto. Esta reposición de puesta en escena no fue intervencionista, y todo el elenco manejó bien el diálogo hablado; con un ritmo natural y claro, las conversaciones y los intercambios rápidos crearon una tensión dramática que recordó a una gran noche de teatro.

El diseño escénico de Jorge Ferrari destacó la casa de los Sorel con un fuerte impacto de decadencia, en contraste con la oficina del Consulado, cuyas altas paredes cubiertas de archivos recordaban a la novela 1984 de George Orwell. El uso de un disco giratorio aportó fluidez al relato, haciendo que las escenas transcurrieran en la abstracción de la obra. La iluminación de Gonzalo Córdova fue imaginativa y atmosférica; las sombras amenazantes en las paredes realzaron el ambiente noir de la ópera.

El director Marcelo Ayub ofreció una dirección brillante para esta partitura desafiante. El director mendocino equilibró sus fuerzas con gran habilidad, logrando texturas transparentes, manteniendo un fuerte impulso dramático durante la larga primera mitad (Actos 1 y 2), y asegurando que los grandes clímax tuvieran un impacto musical revitalizante.

En definitiva, esta versión quedará en nuestro recuerdo como una de las mejores producciones vistas en los últimos tiempos en el Teatro Colón. Voces y orquesta en pleno, nos trajeron al Menotti que marcó un antes y un después en la ópera del siglo XX. Una propuesta lírica brillante para conocer y disfrutar en nuestro primer coliseo.

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