domingo, 21 de septiembre de 2025
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EINSTEIN IN THE BEACH: una fascinante exploración operística del minimalismo – Teatro Colón (Buenos Aires)

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Einstein on the Beach, la ópera de 1974 del compositor estadounidense Philips Glass, se nos presenta como una expresión minimalista que utiliza secuencias de sonidos con pasajes rítmicos y melódicos repetitivos. Esta obra, que combina orquesta y coro en el foso, narradores, bailarines y una soprano, encarna el lenguaje del minimalismo al capturar el constante sonido que nos rodea en la vida cotidiana: el zumbido del motor de la heladera, el ruido del tren, los diálogos repetitivos en la esquina de casa… ¿Hola cómo andas? Holaaa cómo andas? HOLAAAA COOOMO ANDASSS?…

Fotos Prensa Teatro Colón Maximo Parpagnoli / Arnaldo Colombaroli

Indudablemente, estamos frente a una ópera, específicamente una ópera performática, ya que es en este género, con su flexibilidad y versatilidad, donde esta obra encuentra su lugar. A pesar de tener medio siglo de existencia, sigue siendo fascinante tanto en su aspecto visual como musical. Las secciones técnicas se ejecutaron con meticulosidad, con entradas y salidas precisas en un ballet de bambalinas a escenario abierto, donde incluso se llega a editar un cortometraje. La iluminación y la escenografía, en constante cambio, jugaron un papel fundamental, ya que la obra no tiene cortes estando a telón abierto desde el primer minuto.

En esta propuesta, Philips Glass junto a Martin Bauer (dirección de escena) representan la música del imperio, presentando en escena pantallas, luces, maquetas y palmeras voladoras. El vestuario de Lucia Gutman fue elegante, cuidado y bien confeccionado, contribuyendo a la ostentación de la puesta en escena. Estas exigencias se alinean con las expectativas que uno tiene al ingresar al primer coliseo argentino o a cualquier teatro de ópera del mundo, desafiando las tendencias abismales en el entretenimiento de las últimas seis décadas.

Antes de la primera crisis del petróleo y con la guerra de Vietnam empañando la fiesta, Estados Unidos era la potencia económica que continuaba su avance, y Glass rinde homenaje a su arma más poderosa: ¿la bomba atómica? No, el cine. Aunque reflexiona sobre diversos temas, como la sociedad y la alienación, los medios de transporte y la justicia, es el cine el que hipnotiza al público. La obra incluye numerosos cortos de películas icónicas, algunas de ellas favoritas de todos los tiempos, desde los hermanos Marx y Buster Keaton hasta escenas de películas argentinas, como tal vez «La Patagonia rebelde».

Los artistas que participaron en la ópera también son productos de la sociedad industrializada: cantantes, bailarines, escritores, instrumentistas, docentes y performers, todo en uno, el resultado de años de estudio y una búsqueda sistemática de talentos para explotar. En nuestro país, contamos con un talento humano de primer nivel, capaz de soportar las más de tres horas de trabajo vocal. El pequeño grupo instrumental se adaptó a la arquitectura musical peculiar, mientras que los solistas bailarines y el cuerpo de baile mostraron su técnica en una obra que carece de una trama lineal, lo cual dificulta la interpretación de cada movimiento.

Fotos Prensa Teatro Colón Maximo Parpagnoli / Arnaldo Colombaroli

Los narradores se robaron la función, y aunque algunos pueden argumentar que no pertenecen al género de la ópera, podemos recordar los singspiel surgidos en Alemania en el siglo XVIII, los cuales combinan música, literatura e interpretación. Maricel Alvarez, Analía Couceyro e Iván García desempeñaron un papel crucial en esta ópera, ya que son el nexo que guía al público a través de las escenas intrincadas. Con elegancia, dicción clara y movimientos cuidados, merecieron todos los aplausos durante el saludo final.

Fotos Prensa Teatro Colón Maximo Parpagnoli / Arnaldo Colombaroli

El director Léo Warynski llevó a cabo las exigencias de la partitura con solvencia, utilizando la gestualidad tradicional para contar tiempos, compases, matices y cierres, pero también añadiendo una serie de movimientos para marcar las entradas, los cortes y las dinámicas. Tuve la suerte de estar en las primeras filas y presenciar un espectáculo aparte con la presencia de un director asociado que colaboraba en los cambios de motivos sonoros.

Fotos Prensa Teatro Colón Maximo Parpagnoli / Arnaldo Colombaroli

Carla Filipcic-Holm ofreció una actuación vocal maravillosa, con una voz redonda y clara, sin necesidad de amplificación. Sin embargo, a lo largo de la ópera, surge la pregunta de si era realmente necesario o si el género exigía la presencia de al menos un cantante lírico solista en escena.

El público, tan respetuoso como estoico, estuvo expectante las tres horas y media de duración de la obra, admirado por su magnitud épica. En síntesis pocas veces tenemos la oportunidad de presenciar un material tan actual y tan cercano al mundo sonoro que nos rodea.

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