CHICHÉN-ITZÁ
Las ruinas de Chichén- Itzá (nom bre maya que significa “Boca del pozo de los brujos del agua”) se sitúa en la Península de Yucatán, y con sus pirámides y edificios formados por bloques de roca tallados con complejos bajorrelieves, son testimonio del avanzado desarrollo alcanzado por los mayas y la habilidad de sus artistas.
Quienes viajen a Cancún tienen la posibilidad de visitar este sitio arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad y una de las Maravillas del Mundo por la UNESCO, cuyos comienzos se remontan a los años 600- 800 d.C. ,extendiendo su existencia hasta el año 1530 d.C, aproximandamente.
Tras entrar al parque arqueológico, hay que caminar un breve trecho bajo los árboles de la selva, dejando atrás los fosos y las piedras de los muros que antes marcaban los límites y hoy sirven como descanso para las iguanas.
En la parte central de la antigua ciudad se destaca la pirámide dedicada al dios Kuculcán (Serpiente Emplumada), luego conocido como Quetzalcoatl por los aztecas. Impactante por su volumen y su presencia dominante, resulta también notable por la orientación y alineación exacta con el sol: durante el amanecer de los solsticios se iluminan por completo dos caras mientras la otra mitad del edificio queda en sombra y que durante el equinoccio la luz parece formar una serpiente que desciende debido a las sombras proyectadas por las nueve plataformas.
Las escalinatas tienen 91 escalones cada una, de modo que, sumadas las cuatro son 364 y al agregar el templo superior, el total es de 365, representando los días del año solar conocido como Haab , que abarca 18 meses o uinales, que tienen 20 días o kines cada uno. De esta forma el calendario comprende 18 x 20 = 360 días regulares o kines, más cinco días adicionales, considerados como nefastos, llamados uayeb.
En el templo se pueden ven ver simbolizadas estas divisiones del tiempo: las escalinatas dividen los nueve basamentos por la mitad, dando como resultado 18, representando los uinales o meses del año solar Haab . El templo superior tenía 5 almenas en cada lado, 20 en total, lo que representaba los días o kines (además que 5 es el número de días uayeb o nefastos a fin del año).
Los mayas tenían también un calendario sagrado llamado Tzolkin de 260 días divididos en trece meses con veinte días cada uno y que coinciden con el año solar Haab cada 52 años, marcando ciclos.
Esto se refleja en la fachada si contamos los paneles en bajorrelieve de cada basamento. En el nivel más alto son solamente dos paneles, y los otros ocho basamentos cuentan con tres paneles, es decir, 26 paneles. Sumados a los otros 26 paneles del lado opuesto de la escalinata nos dan un total de 52 paneles por fachada de 52, representando los ciclos del Haab en la rueda calendárica. El edificio tiene además 260 cuadrángulos que coinciden con el número de días del calendario Tzolkin.
Otro edificio impactante es el del Juego Ceremonial de Pelota. Hay que tener en cuenta que se trataba de un ritual religioso y no de un deporte o espectáculo como hoy son el fútbol, el básquet o el rugby. De hecho, no hay tribunas para el público masivo como en los estadios actuales, pero sí palcos para los reyes, sacerdotes y nobles
Como se ve en los bajorrelieves, los jugadores llevaban tocados altos, con faldas y capas. En algunos casos se observan representaciones de jugadores con rodilleras y protectores de los antebrazos, cadera y pecho, sin duda necesarios para evitar lesiones debidas a los golpes de la pelota de caucho, que pesaba entre dos y tres kilos. Según las formas de este juego que subsistieron hasta nuestra época, se impulsa la pelota con la cadera, antebrazos, codo y rodillas. Los anillos por los que debe pasar la pelota para lograr el triunfo están a una gran altura, aproximadamente 8 metros y dado el peso de la pelota, es extraño que con un golpe del antebrazo o de la cadera se la pueda elevar a esa altura . Aparentemente, y según se aprecia en los bajorrelieves, en Chichén Itzá se utilizaba una variante: los jugadores tienen bastones, que probablemente usarían a la manera del béisbol actual.
El templo de los Guerreros es otro de los edificios ´principales, coronado por la figura de Chac-Mool y rodeado por numerosas columnas de piedra, algunas con sección circular y otras con sección cuadrangular.
Hay que mencionar también el Observatorio, reconocible por su torre circular que asombra a los visitantes y nos recuerda que los mayas, grandes observadores del cielo y sus fenómenos, tuvieron avanzados conocimientos de astronomía y matemática.
En el lado opuesto de la ciudad se encuentra el cenote o fuente subterránea, lugar de rituales y ofrendas, ya que estos sitios para los mayas eran sagrados por ser, según su cosmovisión, la puerta de entrada a Xibalbá, el inframundo. Abstrayéndonos de los numerosos turistas y de los puestos de vendedores que ofrecen sus artesanías, podemos evocar con la imaginación las procesiones precedidas por los sacerdotes llevando recipientes con incienso de copal encendido; los jefes altivos vistiendo pieles de jaguares, adornados con collares de jade y altos tocados de plumas, seguidos por los músicos con sus flautas, ocarinas y tambores y el pueblo, luciendo sus túnicas de algodón y mantos coloridos.
Y tras habernos asomado al menos por algunos instantes al pasado de esta gran civilización , es hora de regresar…
Información y consejos:
El horario del parque arqueológico es de lunes a domingo de 8.00 a 17.00, aunque las boleterías cierran a las 16.00. Se debe abonar la entrada (64 $ mejicanos- menores de 13 años gratis)) y un adicional de 45 $ mejicanos si se tiene una cámara de video. Hay que tener en cuenta también que no se puede entrar con bolsos o mochilas grandes, que deben guardarse preferiblemente en los vehículos.
Es un lugar de clima tropical, húmedo y caluroso, de modo que hay que tener en cuenta:
-Ropa y calzado cómodos
-Sombrero y anteojos oscuros.
– Protector solar
-Repelente contra mosquitos
-Botella de agua
Por supuesto, tener la cámara de fotos a mano, con las baterías cargadas y suficiente espacio en la tarjeta de memoria!