BÁNK BÁN,Erkel, Opera -Magyar Állami Operaház (sub.esp.)

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Bánk Bán Ferenc Erkel

Opera en tres actos (1861)

Libreto de Béni Egressy

Gabor Mészoly, Dirección Escenica

Teodora Bán, Escenografia

Attila Csikos, Vestuario. Rita Velich, Iluminación. Zoltan Farkas, Coreografia

Attila Kiss (Bánk Bán)

Kolos Kovats (Endre II)

Bernadett Wiedermann (Gertrud)

Dénes Gulyas (Otto)

Ingrid Kertesi (Melinda)

Lajos Miller (Tiborc), Sandor Solyom-Nagy (Petur Bán), Attila Reti (Biberach). Orquesta y coro del Teatro de la Opera de Estado

Director: Tamas Pál 

el más representativo autor nacional, que compuso, además de varias operas de argumento histórico, el himno nacional húngaro en 1844. Bánk Bán (se traduce como El noble Bank), compuesta en 1852 pero representada tan solo en 1861 -por la represión de la censura austriaca que encontraba el argumento peligroso para la delicada situación política de levantamiento e independencia nacional, sobre todo tras la sangrienta represión de 1848

fundó en 1853 la Orquesta Filarmónica de Budapest, que tuvo como directores, entre otros, a Mahler. Erkel como compositor refleja el médium musical internacional de su época. Especialmente en esta ópera, cuyo libreto trata la historia de un mítico héroe nacional del siglo XIII y fue escrito -no es una casualidad- por Béni Egressy el poeta que tradujo al húngaro las obras de Verdi. Aletea el espíritu operístico italiano: la melodía belliniana, el arte tan donizettiano de construir las escenas concertantes y, sobre todo, el generoso ímpetu verdiano.Está también muy presente, en su construcción grandilocuente, el estilo Grand-opera de Mayerbeer y el Rossini de Guillermo Tell, reminiscencias de Karl Maria von Weber y la utilización del Leit-motiv que puede recordar las obras juveniles de Wagner. La personalidad imperativa de Erkel, sin embargo, explota con fuerza por el uso de los temas populares -que con sutil destreza impone a los personajes buenos, ‘nacionales’, dejando que los antagonistas se expresen con léxico musical internacional- elaborados a a partir del uso consciente del Verbunkos.Es éste el ritmo húngaro por excelencia, el que identifica inmediatamente la nacionalidad, al igual que el bolero a la música supuestamente inspirada a temas españoles. Verbunkos -del aleman Werbung, alistamiento- era el ritmo que animaba los bailes de los húsares, que luego, acelerando el tempo se desarrollaría en la zardas, con los que se alistaban los jóvenes campesinos en los años a caballo entre los siglos XVIII y XIX. Un ritmo creciente y arrebatador que tiene un gancho increíble. Erkel, antes de Liszt y de Brahms, supo introducirlo en la música ‘seria’, ennobleciendo las raíces populares de su tierra. Es un ritmo que se insinúa en los momentos de mayor tensión dramática y en los remansos de lirismo más patetico.ArgumentoLa acción nos lleva a la corte húngara de Erde II, a principios del siglo XIII. Mientras el rey está recorriendo sus territorios, su esposa austriaca, la cruel Gertrud de Merano (mezzo-soprano), humilla a los aristocráticos (Bán) húngaros, que meditan una conjura capitaneados por Petrur Bán (bajo). Solo el noble Bánk (tenor) rehúsa, puesto que declara su fidelidad al rey (el tema de la fidelidad húngara, traicionada por los austriacos es una constante en toda la producción de Erkel). Pero ‘Gertrud’ llega a facilitar los lascivos deseos de su hermano ‘Otto’ (tenor) que asedia a la bella esposa de ‘Bánk’, ‘Melinda’ (soprano). Ante el rechazo indignado de ésta, es drogada con un filtro mágico y tras haberla seducido la abandonan en estado de locura.En el segundo acto, ‘Bánk’ canta las desgracias de su patria en la preciosa aria ‘Hazan, hazan’; cuando descubre la supuesta infidelidad de su mujer, en un primer arrebato de ira la desprecia y desconoce hasta a su hijo. Interviene el generoso ‘Tiborc’ (baritono), antiguo compañero de armas al que ‘Bánk’ salvó la vida en batalla y explica lo ocurrido. ‘Bánk’, finalmente, se reconcilia con la desdichada ‘Melinda’ y la confía junto con el hijo a ‘Tiborc’ para que los acoja en su castillo, mientras él piensa enfrentarse con la malvada ‘Gertrud’.En este acto, un aria preciosa de la soprano tiene por acompañamiento un increíble cuarteto compuesto por viola d’amore, arpa, cimbalon, el instrumento nacional húngaro, y corno ingles.El ultimo acto nos traslada a la ribera del Danubio: la noche de tormenta no aconseja la navegación. Mientras ‘Tiborc’ se aleja para buscar un refugio, ‘Melinda’, en una alucinante escena de locura (con una escritura vocal de coloratura impresionante y similar a la de la donizettiana Lucia) se tira inconsciente al río, arrastrando en sus brazos al niño. En la escena siguiente, en la corte, ‘Bánk’ se enfrenta con ‘Gertrud’ que, tras una violenta discusión, intenta matarlo sacando un puñal de un crucifijo (otro símbolo de crueldad), pero finalmente en la lucha cae muerta. La escena última se sitúa en la capilla real. El ‘rey Endre’ pide venganza por la muerte de su esposa, pero ante a ‘Bánk’ que se declara culpable, son traídos los cadáveres de ‘Melinda’ y de su hijo, rescatados de las aguas. Ante el dolor común, con un anhelo de perdón divino termina la ópera. Tras un preludio de gran intensidad, donde se desarrolla el primero de los sugestivos Verbunkos, la ópera tiene un crescendo inconmensurable de invenciones musicales, que en el primer acto desembocan en una chanson a boire de fuerte impacto, en un balet dominado por una zarda desencadenada y muchas otras piezas admirables, entre hay que señalar un maravilloso concertante a capella.Pero es con el segundo acto que la ópera toma el vuelo empezando con la estupenda aria del tenor (que ya había cantado otra preciosa en el primer acto); aunque sea la primera aria de Melinda la que tiene la melodia más original

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