domingo, 21 de septiembre de 2025
12.2 C
Buenos Aires

Ópera: Les Arts se rinde a L’heure espagnole y Gianni Schicchi : Monzó y Maestri Triunfan

LECTURA RECOMENDADA

Valencia, 04/05/2025.Palau de Les Arts Reina Sofía. Ravel y Puccini. L’heure espagnole / Gianni Schicchi. Elenco: Eve-Maud Hubeaux (Concepción), Armando Noguera (Ramiro) Iván Ayón Rivas (Gonzalve y Rinuccio) Mikeldi Atxalandabaso (Torquemada y Gherardo), Manuel Fuentes (Don Íñigo Gómez y Betto di Signa) Marina Monzó (Lauretta), Elena Zilio (Zita), Giacomo Prestia (Simone). Orquestra de la Generalitat Valenciana. Dirección de escena: Moshe Leiser y Patrice Caurier. Dirección musical: Michele Spotti. Nuestra calificación: muy buena.

En el Palau de les Arts de Valencia, se ha alzado un díptico operístico que corta como navaja toledana: L’heure espagnole de Ravel y Gianni Schicchi de Puccini, estrenado el 25 de abril de 2025, en una coproducción con el Teatro de la Maestranza que huele a pólvora y talento. Aquí no hay medias tintas: bajo la batuta del joven Michele Spotti, que maneja la orquesta como un capitán en cubierta, y la mirada afilada de los directores Moshe Leiser y Patrice Caurier, este programa corta el aliento como un duelo al amanecer. Se conmemoran los 150 años del nacimiento de Ravel y el centenario de la muerte de Puccini, y en Valencia han decidido celebrarlo con un par de óperas cortas pero cargadas de veneno y risas, como un buen trago de aguardiente.

L’heure espagnole : Un enredo con aroma a Toledo

La primera en salir de escena es la comedia de Ravel, un juguete musical que parece escrito con un puro en la boca y una sonrisa canalla. En un Toledo de postal, donde los relojes tictaquean como corazones traicionados, Concepción, la esposa del relojero Torquemada, reparte favores amorosos mientras los enredos se amontonan como naipes en una partida trucada. La partitura de Ravel es un prodigio: cada acorde es un guiño, cada ritmo un latigazo de habanera o fandango que huele a España sin pisarla. La Orquestra de la Comunitat Valenciana, con Spotti al frente, la desmenuza con precisión de relojero, sacando brillo a los vientos y una percusión que suena a castañuelas en un tablao.

L’heure espagnole, foto gentileza Prensa Les Arts

En el centro de la tormenta está Eve-Maud Hubeaux , una mezzosoprano francosuiza que canta como si el mismísimo diable la hubiera adiestrado. Su Concepción es puro fuego: voz oscura, agudos que cortan como vidrio, dicción francesa que hace que cada sílaba pese como un juramento. Se mueve en escena con la gracia de una pantera, tejiendo la roja donde caen los incautos. A su lado, Mikeldi Atxalandabaso (Torquemada) es un cornudo entrañable, con una voz ágil y una comicidad que no necesita forzar. Iván Ayón Rivas (Gonzalve) despliega un tenor lírico que acaricia las notas, aunque le falta un poco de descaro para el poeta atolondarado. Armando Noguera (Ramiro) y Manuel Fuentes (Don Íñigo) cierran un reparto que funciona como un mecanismo bien engrasado.

La puesta de Leiser y Caurier, con una relojería atestada de engranajes diseñada por Alain Lagarde, es más elegante que desbocada. Aquí no hay excesos: todo es humano, contenido, como un duelo a primera sangre en lugar de a muerte. La iluminación de Christophe Forey pinta la escena con tonos cálidos, pero se echa en falta un poco más de mala leche, esa chispa que haría del vodevil de Ravel una auténtica carnicería de risas. Spotti, eso sí, no titubea: su batuta es un florete, aunque a veces la orquesta, en su entusiasmo, tapa las voces como un vendaval que oculta un susurro.

Gianni Schicchi : La codicia en una camilla

Tras el intermedio, llega Gianni Schicchi , la puñalada trapera de Puccini, una ópera bufa que ríe con los dientes apretados. Aquí la codicia es la reina, y la familia Donati, peleando por la herencia de un muerto aún caliente, es un retrato de la humanidad en su versión más miserable y desternillante. Leiser y Caurier trasladan la acción a un hospital moderno, con camillas y monitores que parpadean como los ojos de los buitres. Es un acierto: el humor negro de Puccini brilla en este escenario frío, donde la muerte y la avaricia bailan un tango macabro. La iluminación de Forey, cambiante como el ánimo de un tahúr, y los detalles realistas (el mocoso Gherardino armando jaleo) dan a la escena una vida que corta el aliento.

Ambrogio Maestri , como Schicchi, es un titán, un hombre que pisa el escenario como si fuera el dueño del mundo. Su voz de barítono es un cañonazo, potente y flexible, capaz de pasar del falsete burlón a la autoridad de un patriarca en un parpadeo. Es un Schicchi pillo, astuto, pero con un fondo de humanidad que lo hace más grande que la farsa. Pero si Maestri es el rey, Marina Monzó , como Lauretta, es la reina absoluta de la noche. Su O mio babbino caro es una estocada al corazón, un momento que detiene el tiempo y hace que el público contenga el aliento. La voz de Monzó es un milagro: cristalina, cálida, con un legato que fluye como un río y una proyección que llena Les Arts sin esfuerzo. Cada nota está cargada de emoción, cada frase es un lienzo donde pinta amor, súplica y fragilidad con una maestría que desarma. Su excelencia vocal es de las que hacen historia, de las que te hacen creer que la ópera sigue viva y coleando. Aunque en los diálogos su presencia escénica no siempre iguala la intensidad de su canto, Monzó es un diamante que brilla con luz propia, una soprano lírica que Valencia no olvidará.

Gianni Schicchi, foto gentileza Prensa Les Arts

Iván Ayón Rivas (Rinuccio) es un tenor apasionado que sostiene bien el tipo junto a Monzó, mientras que Elena Zilio (Zita), a sus 84 años, se viene la escena con una voz aún firme y una mala baba que arranca carcajadas. Giacomo Prestia (Simone) y Mikeldi Atxalandabaso (Gherardo) completan un reparto que funciona como una partida de cartas bien jugada. Spotti dirige a Puccini con menos sutileza que a Ravel, apostando por un torrente de energía que a veces sepulta los matices. La Orquestra de la Comunitat Valenciana, sin embargo, es un portento, con un sonido rico y solistas que clavan cada intervención.

El veredicto

Este díptico es un combate a dos asaltos donde Ravel y Puccini se baten con genio y malas intenciones. Les Arts ha sacado la artillería pesada: una producción que, sin ser revolucionaria, corta con precisión de bisturí; una orquesta que ruge como un galeón en tormenta; y un reparto donde Maestri y Hubeaux dan lecciones de carácter, pero donde Marina Monzó , con esa voz que es poesía y acero, se alza como la verdadera vencedora. Su O mio babbino caro es de los que te persiguen al salir del teatro, como un buen vino que no se olvida. Spotti, con su batuta afilada, y Leiser y Caurier, con su mirada de tahúres, hacen que estas dos horas sean un carrusel de risas, puñaladas y humanidad.

Mas articulos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

ULTIMAS NOVEDADES

Valencia, 04/05/2025.Palau de Les Arts Reina Sofía. Ravel y Puccini. L’heure espagnole / Gianni Schicchi. Elenco: Eve-Maud Hubeaux (Concepción), Armando Noguera (Ramiro) Iván Ayón Rivas (Gonzalve y Rinuccio) Mikeldi Atxalandabaso (Torquemada y Gherardo), Manuel Fuentes (Don Íñigo Gómez y Betto di Signa) Marina Monzó...Ópera: Les Arts se rinde a L'heure espagnole y Gianni Schicchi : Monzó y Maestri Triunfan