El «James Bond Homenaje Sinfónico: Su Música – Sus Películas», presentado en el Teatro Ópera de Buenos Aires el 28 de marzo del corriente, fue un esfuerzo ambicioso por rendir tributo a la icónica saga de 007 a través de un formato sinfónico. Con una orquesta de más de 90 músicos bajo la dirección del maestro Andrés Robles, acompañada de cantantes, el Coro Rendezvous y proyecciones en pantalla gigante, el espectáculo buscó capturar la esencia musical y cinematográfica de James Bond. Si bien tuvo momentos destacados, liderados especialmente por la sobresaliente Ivette Gala, la experiencia global quedó a medio camino entre la promesa y la entrega.

El repertorio, que abarcó desde los acordes clásicos de Dr. No hasta éxitos contemporáneos como Skyfall , fue un punto alto, ofreciendo un viaje nostálgico que resonó con el público mayoritariamente fanático de la franquicia. Sin duda, el corazón del espectáculo latió con más fuerza gracias a la presencia estelar de Ivette Gala, cuya elegancia y poder vocal convirtieron temas como Goldfinger y Diamonds Are Forever en auténticos disfrutes. Su interpretación de estos clásicos fue un despliegue de sofisticación y magnetismo, capturando la esencia seductora y dramática que define a Bond, y elevando la velada a un nivel memorable en esos momentos.

Fernando de Madariaga también destacó, aportando un dramatismo conmovedor a Thunderball que evocó la intensidad de Tom Jones, mientras que Lucia Cullinan, Hebe Martino, Tony Coleman, Yael Amira González y Tomás Elizalde inyectaron frescura y energía, mostrando una mezcla admirable de pasión y técnica.

Sin embargo, el homenaje adoleció de una cohesión que lo elevara más allá de lo correcto. El show se sintió un tanto disociado, con una integración irregular entre la música, las proyecciones y las intervenciones del coro, lo que dio la impresión de que los elementos competían más que complementarse. La duración de casi dos horas, aunque ambicioso, incluyó tramos que perdieron dinamismo, y la dependencia excesiva de la pantalla restó protagonismo al componente sinfónico, opacando en ocasiones incluso el brillo de artistas como Gala o el Coro Rendezvous. Además, se percibió que parte del público, pese a su entusiasmo como fans de Bond, no conectaba plenamente con la profundidad de las obras ejecutadas, lo que diluyó el impacto de las piezas más complejas. Aunque la novedad de un homenaje sinfónico a James Bond en Argentina merece aplauso, careció de un hilo conductor claro o un enfoque más pulido para que el espectáculo trascendiera lo meramente correcto.

En conclusión, este homenaje sinfónico fue un esfuerzo digno que complació en buena medida a los seguidores de 007, con Ivette Gala como una joya indiscutible en Goldfinger y Diamonds Are Forever , el Coro Rendezvous aportando momentos de esplendor, y una orquesta competente liderada por Andrés Robles. Los arreglos de Zurita y Robles sumaron valor a una propuesta con buenas intenciones y momentos disfrutables, pero con espacio para refinar su fórmula y darle a figuras como Gala y al coro el marco que verdaderamente merecen en futuras ediciones.